La familia ¿y uno más? Encuentros (34)

17/10/09

El Sr. Cornú llamó al timbre del Sr. Ammán. Éste abrió la puerta y encontró a un hombre vestido con traje y corbata.
-¿Qué desea?
-Soy el Sr. Cornú, le sonará mi nombre.
El Sr. Ammán se quedó petrificado.
-Sí sí, claro. -Hubo un segundo de silencio cortante. -Pero pase, por favor.

El Sr. Cornú, educadamente, se sentó en el sofá del pequeño salón y procedió a exponerle al Sr. Ammán que era conocedor desde hace tiempo de la relación que éste mantenía con su mujer, y que al respecto estaría interesado en establecer con él un cuadrante de horarios y fechas para que sus encuentros se adecuaran de la mejor manera posible a sus necesidades como marido y padre.
El Sr. Ammán ocultó muy bien su sensación de sorpresa, para después reconocer que no podía estar más de acuerdo con su proposición, mostrándose encantado de poder establecer por fin en su agenda un poco de orden para sus encuentros furtivos, ya que hacía un tiempo que se estaba cansando del caos horario y las dificultades variadas que la situación le reportaba, complicaciones que incluso le estaban empezando a afectar a su salud -más concretamente a su estómago-, como le hizo saber al Sr. Cornú. Llevado por la alegría de una mayor calidad de vida en ciernes y para favorecer aún más un buen entendimiento entre ambos, el Sr. Ammán, incluso, le explicó al Sr. Cornú que era director de un concesionario de coches y que estaría encantado de poder regalarle un vehículo, como muestra de agradecimiento a la generosa propuesta que acababa de recibir.

El Sr. Cornú se lo agradeció caballerosamente, pero se excusó argumentando que le era más que suficiente con que tratara igual de bien a su mujer como hasta ahora ya que, desde el tiempo en que ambos mantenían contacto, ella estaba mucho más contenta que de costumbre, y que con eso él se mostraba más que bien obsequiado. Es más, le dijo que más bien tendría que ser él mismo quien debería tener un detalle con el Sr. Ammán y que, como era constructor, le quería regalar un apartamento algo más grande que el que tenía y en una mejor zona de la ciudad.

Por supuesto, el Sr. Ammán rechazó tan dadivoso regalo, argumentando que, a su vez, él se sentía ya muy bien recompensado al ser aceptado casi casi como uno más de la familia Cornú.
x Fernando SoYoung

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