9/12/09
Franz Ferdinand
4 de diciembre. Pabellón Príncipe Felipe.
Razonablemente puntual y bien elegante nos salió al escenario el amigo Alex Kapranos al frente de su banda: chaqueta, camisa y corbata impolutas como se le suele suponer a un british gentleman. O, quién sabe, a lo mejor el hombre había leído en algún medio local que su actuación se anunciaba como ‘el concierto del año en la ciudad’ y se quiso presentar acorde con la ocasión, llegando incluso a memorizar algunas frases en español –topiquillas eso sí, e interpretadas cual guiri estándar- para intercalar de vez en cuando y encender a la concurrencia. Da igual, yo desde luego tenía muchas ganas de verlos después de que se me escaparan vivos en el Primavera Sound 2004 y el tema es que se mostraron arrolladores desde el principio ante una parroquia extraordinariamente receptiva, predispuesta y entregada, que en ningún momento dejó de moverse al ritmo del grupo escocés, coreando sus himnos más conocidos y llegando al paroxismo en cortes como ‘Take me out’, ‘This fire’ o ‘Tell her tonight’. Canciones estas y dicho sea de paso, de su primer trabajo, seguramente el más brillante o cuando menos el que más huella ha dejado en el público hasta el momento, lo cual no quiere decir que se esté desmereciendo en absoluto los siguientes discos ni la evolución de su sonido hacia –parece- un uso más extendido de los teclados (‘Ulysses’, ’Can’t Stop feeling’) o la electrónica, para darle caña bailonga.
Algún día, y esto entre paréntesis, alguien con más conocimiento debería disertar sobre el candor, la pureza y el frescor de tantos y tantos primeros trabajos, unos con prolongaciones dignas y otros que quedaron sin continuación ya por injerencias de productores y demás parafernalia de la industria, ya por agotamiento de ideas....
Pero bueno, no es el caso y de todas formas, el viernes ya podían haber tocado rumbas que la gente las hubiera aplaudido por igual. A propósito de esto, el guitarrista bien podía haber pasado por rumbero o flamenquillo con esos pantaloncetes y camisa tan ajustados (en algún momento me parecían una sola pieza), amén de su forma de tocar con el instrumento (musical) tan elevado y sus rápidos rasgueos tirando de muñeca.
De hecho se permitieron un par de licencias que puede que con otra predisposición de la gente no hubieran sido tan bien entendidas, como ponerse sus buenos minutos todos los miembros del grupo a darle a la percusión como locos, o terminar el concierto con musiqueta electrónica acompañando al segundo guitarra. Quizá sean, en todo caso, nuevas técnicas para el buen desarrollo de un directo según los modernos manuales al uso.
Lo que quedó claro, en fin, en la hora y tres cuartos que duró el asunto es que, tocando sus superhits, lo nuevo, lo más guitarrero, los teclados, lo bailongo o la versión que hicieron, el concierto fue muy muy bueno, acompañado por un sonido más que aceptable (aunque mi posición demasiado cercana a la influencia de uno de los megabafles no era la mejor para disfrutarlo bien del todo) y por una currada puesta en escena, rematada con ese pedazo de pantalla en la parte trasera del escenario que ayudaba a captar mejor ciertos detalles de los músicos o a visionar sus videoclips.
¿El concierto del año? Pues he llegado a leer en algún lado que no sólo del año, sino –es literal- de la década. Cada una de las cinco mil personas que allí estuvimos deberemos sacar nuestras conclusiones ya que eso es algo totalmente subjetivo, pero lo que sí es diáfano es que para filopoperos, amantes o simpatizantes de la escena indie británica o cualquiera con gusto por la música actual, este concierto era un must-see.
Y un último apunte. La gira de Franz Ferdinand es bien larga y tocará también Sudamérica y Oceanía, pero no acabará en Sheffield ni en alguna ciudad industrial y oscura, no. Tampoco en su Glasgow natal. Acaban en Punta Cana. De lo cual se colige bien a las claras que aparte de talentosos, estos chicos no tienen un pelo de tontos. x Señor Fi
Algún día, y esto entre paréntesis, alguien con más conocimiento debería disertar sobre el candor, la pureza y el frescor de tantos y tantos primeros trabajos, unos con prolongaciones dignas y otros que quedaron sin continuación ya por injerencias de productores y demás parafernalia de la industria, ya por agotamiento de ideas....
Pero bueno, no es el caso y de todas formas, el viernes ya podían haber tocado rumbas que la gente las hubiera aplaudido por igual. A propósito de esto, el guitarrista bien podía haber pasado por rumbero o flamenquillo con esos pantaloncetes y camisa tan ajustados (en algún momento me parecían una sola pieza), amén de su forma de tocar con el instrumento (musical) tan elevado y sus rápidos rasgueos tirando de muñeca.
De hecho se permitieron un par de licencias que puede que con otra predisposición de la gente no hubieran sido tan bien entendidas, como ponerse sus buenos minutos todos los miembros del grupo a darle a la percusión como locos, o terminar el concierto con musiqueta electrónica acompañando al segundo guitarra. Quizá sean, en todo caso, nuevas técnicas para el buen desarrollo de un directo según los modernos manuales al uso.
Lo que quedó claro, en fin, en la hora y tres cuartos que duró el asunto es que, tocando sus superhits, lo nuevo, lo más guitarrero, los teclados, lo bailongo o la versión que hicieron, el concierto fue muy muy bueno, acompañado por un sonido más que aceptable (aunque mi posición demasiado cercana a la influencia de uno de los megabafles no era la mejor para disfrutarlo bien del todo) y por una currada puesta en escena, rematada con ese pedazo de pantalla en la parte trasera del escenario que ayudaba a captar mejor ciertos detalles de los músicos o a visionar sus videoclips.
¿El concierto del año? Pues he llegado a leer en algún lado que no sólo del año, sino –es literal- de la década. Cada una de las cinco mil personas que allí estuvimos deberemos sacar nuestras conclusiones ya que eso es algo totalmente subjetivo, pero lo que sí es diáfano es que para filopoperos, amantes o simpatizantes de la escena indie británica o cualquiera con gusto por la música actual, este concierto era un must-see.
Y un último apunte. La gira de Franz Ferdinand es bien larga y tocará también Sudamérica y Oceanía, pero no acabará en Sheffield ni en alguna ciudad industrial y oscura, no. Tampoco en su Glasgow natal. Acaban en Punta Cana. De lo cual se colige bien a las claras que aparte de talentosos, estos chicos no tienen un pelo de tontos. x Señor Fi
1 comentario
Lo de los primeros trabajos que no tuvieron continuación digna a sus expectativas podría dar mucho juego, es verdad. También una buena lista inservible pero reveladora
Publica un comentario