No te olvides la toalla cuando vayas a.....¡la cancha! Cascando rabias diarias (15)

20/5/11

‘El sudor es el lubricante del éxito’. Anónimo


Pues eso, que la graciosa y ya vetusta canción de Puturrú de Fua nos da pie a adaptar su letra para reflejar lo que se nos pasa por la cabeza después de una buena temporada ya viendo algún que otro partido de tenis en la tele.

Y es que de un tiempo a esta parte no hay quien aguante. Los jugadores están más tiempo con la dichosa toalla en las manos (brazos, cara, piernas...) que con la propia herramienta de trabajo, o sea, la raqueta. No es que la pidan de vez en cuando, que podía ser comprensible en función de algún punto especialmente largo y duro, por una caída sobre la tierra batida que lógicamente te pringa entero, por un día de calor aplastante..., no, es que la piden ya por sistema al terminar cada punto. Da igual hombres, mujeres o cosas intermedias como Schiavone; la práctica está extendida hasta tal punto que es muy difícil encontrar honrosas excepciones.

Al principio, y para que quedara diáfano (ver vídeos de David Ferrer, al que bien podemos considerar claro precursor de la movida), se hacían gestos claramente explícitos al modo de girar la palma de la mano abierta delante de la cara, para que el recogepelotas de turno (no sé si habrá algún chaval ya exclusivamente para la función toallera, olvidándose de las pelotas, pero no me extrañaría un pelo) entendiera a la primera que lo que se demandaba era la toallita de marras. Ya no, es acabar el punto y una simple extensión del dedo índice hacia el fondo de turno indica sin margen para la duda que lo que se desea es la ‘pieza de felpa, algodón u otro material, por lo general rectangular, para secarse el cuerpo’, que es como la RAE define a la también
llamada ‘toballa’, por algún que otro sector de la población. Y te acabas cansando, porque si de por sí la tendencia se iba encaminando sin remedio hacia que los amiguitos tenistas apuraran cada vez más su tiempo entre punto y punto (¿verdad Nadal?), con la sesión toallil el tema acaba alargándose definitivamente más de la cuenta con el permiso tácito que parece legitimar el refrote.

Qué tiempos, ay, los del mítico Lendl, con esas aparatosas muñequeras que le bastaban y sobraban para de vez en cuando pasárselas por la cara y enjugarse el sudor sin más zarandajas hasta que llegara el descanso preceptivo cada dos juegos. O el travieso McEnroe, que tenía más que suficiente con levantar un brazo y acercar su frente a la manga para hacer lo propio. Qué decir de la cinta en el pelo, que aparte de para sujetar el ídem, también puede servir para evitar que te chorree la frente (ver James Blake, con la cinta sobre su desértico cráneo), pero no, mola más ahora calarse un pedazo de gorra demencial en la cabeza -abstrayéndote incluso de estar eventualmente bajo techo-, que aunque provoque más transpiración, el espónsor es el espónsor, y para algo están la toalla y el ejército de toalleros que tiene que haber detrás. Que ésa es otra, porque a la marcha que van, en cada torneo tiene que haber una auténtica camionada de toallas preparada para dar curso a tanta glándula sudorípara desbocada.

En fin, que no sé cómo terminará la cosa, pero a lo mejor acabamos viendo a toda una cohorte de variopintos profesionales de la peluquería, masaje, quiromasaje, manicura, pedicura, limpieza de cutis....pululando en derredor del sufridor que continuará, eso sí, aguantando la sombrilla, no sea que le dé una insolación al jugador mientras descansa. x Atreyu

Wo wo, sha la la, ye ye ye ye

2 comentarios:

Emilio ha dicho...

Qué razón tienes. Un comentario certero para una lamentable costumbre del tenista moderno.

Y luego que los partidos duran 4 horas, ¡pero si de las 4 se pegan una y media con la toallita!

Habría que comentar también la costumbre de coger 3, 4 y hasta 5 bolas para elegir las dos definitivas para sacar. ¿Cuál es el criterio de elección? ¿El dibujo de la bola? ¡Cuánta chorrada!

Anónimo ha dicho...

Qué bueno!, divertido pero bien cierto