La Unión Postales desde el asilo (en riguroso directo)

4/9/19

La Unión. 17 de agosto de 2019. 
Plaza de España, Pedrola (Zaragoza). Entrada libre.

‘Nunca volveréis a ser tan jóvenes como ahora mismo. Aprovechad’.

La lapidaria frase, pronunciada en un momento de la noche, corresponde a Rafa Sánchez, eterno líder del grupo, alma máter, factótum y todos los términos y expresiones análogas que queramos añadir, porque seguramente Rafa Sánchez es La Unión y viceversa.

Le acompañaban tres músicos, a la guitarra (con un ventilador éste bajo sus pies que removía su luenga cabellera, pareciendo en muchos momentos una de esas parodias de anuncios de champú), bajo (Luis Bolín, el otro miembro original que sigue en la banda) y teclados. Se limitaron a cumplir sin grandes alharacas, conscientes de su papel secundario en el contexto del evento.

A Rafa se le vio algo cascadete, con un look barbado que recordaba –horror- a Arias Cañete, y por ende no muy favorecedor, y su peculiar y genial voz sonaba algo justilla. En cualquier caso hablamos de una estrella contrastada (a la que hay que agradecer que siga con ganas de hacer directos, y no solo en lugares de postín y facilones) y pese a todo defendía cada tema con suficiencia más que sobrada.

La Unión es una banda que, independientemente de que te guste más o menos, merece un respeto casi reverencial por una trayectoria tan dilatada y sostenida en el tiempo, algo al alcance de muy pocos y además con la dificultad añadida de lidiar con el éxito de una primera canción que pasó a la categoría de mito, de himno generacional, y ahí seguirá in eternum… No hace falta hacer referencia a la innumerable cantidad de grupos que lanzan un primer sencillo brutal y después languidecen sin remedio hasta el olvido. Es el síndrome del tan cacareado ahora ‘one hit wonder’ .

La Unión, como digo, siguió a lo suyo aun siendo con seguridad plenamente conscientes de que nada tendría la repercusión y trascendencia que tuvo "Lobo hombre en París", y consiguieron muchos otros éxitos indudables a lo largo de sus treinta y tantos años de vida y lo que quede.

Éxitos como "Ella es un volcán", "Más y más" (sintonía de una Vuelta ciclista a España pretérita), "Fueron los celos", "Vuelve el amor", "Maracaibo", "Vivir al este del edén"… todos fueron cayendo a lo largo de la noche, muchos de ellos cantados de forma diferente, como Rafa consideró oportuno. Tiene patente de corso para hacer lo que quiera y el público lo sabe y disfruta viendo al propio artista ser feliz en el escenario. También aprovechaba algún ínterin entre canción y canción para declamar alguna peroratilla, con más o menos sentido, pero siempre contando con el parabién incondicional de una gente entregada.

No se olvidaron sus famosas versiones del "Tainted love" de Soft Cell ("Falso amor" en su registro) o del Tren de largo recorrido de Doobie Brothers ("Sin amor"), y también "Sildavia", un tema muy especial, interpretado de forma especial, y cuya magia envolvió sutilmente los corazones presentes. (Me abstraigo de comentar la teoría que algunos defienden y que relaciona indefectiblemente esta canción con Tintín).

Para el bis dejó Lobo, cantada a dúo con toda la plaza, como no podía ser de otra manera, y con la referencia a la luna casi llena que presidía la noche, como oportuna introducción al superhit. Terminó con un tema de su útimo trabajo, ‘Tiempo’, y para finalizar lanzó otra sentencia para enamorar a la parroquia y dejar huella en su subconsciente: Todas las canciones de amor hablan de ti y de mí.

Bonito. x Atreyu

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