2/9/25
No basta con una pila de recuerdos para asegurar que uno conoce el mundo, ni siquiera para confirmar que se ha pertenecido a él.
Sucede con cierta frecuencia que el objeto de una burla, en su tontuna, se ve a sí mismo como valioso centro de atención.
¿Por qué de niño temía tanto el momento de sucumbir al sueño y hoy me aterra abandonarlo?
Sólo hay dos formas dignas de abandonar una fiesta: odiándote a ti mismo u odiando a todos los demás.
Se puede ser feliz y odiar al mismo tiempo.
Con el fin de terminar con la nostalgia, habría que silenciar por completo la memoria. Y aún más, para de veras exterminar el más mínimo síntoma de pavor al pasado o el futuro, no queda otra que no albergar ni siquiera un pensamiento. Librarse de todos o, al contrario, guardarlos todos, hasta que cada uno de ellos, del primero al último, nos repugne y nos enferme y la carne se encargue de expulsarlos, como espinas envenenadas.













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