20/10/25
«La única razón más poderosa que la vida es no ser capaz de enfrentarte a ella»
Si tu barco naufraga y ves cómo se ahogan tus hijos y tu pareja, aunque pretendas ahogarte, tu cabeza va a salir del agua para intentar coger aire y resistir. Y cuando veas un tablón de madera, aunque apenas te queden fuerzas, vas a nadar y te vas a agarrar a él mientras lloras tu pena y ruegas por morirte tú también; pero no lo vas a soltar porque el instinto de supervivencia es más poderoso que el deseo. Salvo en algunos casos.
Llega un momento en la vida en que, de pronto, las cosas cambian. Ya no te afecta no saber de alguien y descubres que pasan los días sin recordar. Entonces sonríes. Te gusta. Te sientes aliviada. Y te das cuenta de que todo pasa. Que las cosas pasan. Que la vida gira.
Muy rápido. Demasiado rápido.
«Siempre es más bonito creer en la esperanza, pero a veces conviene aceptar la realidad».
Supongo que, de alguna manera, nos empeñamos en querer a alguien que no nos corresponde. La explicación es simple: un sentimental es el que espera algo que puede llegar a suceder. Un romántico espera contra toda probabilidad.













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