12/12/10
Love Of Lesbian. Sala Oasis, 11 de diciembre.
Recuerdo que hace unos años, le pregunté al director de una revista en la que colaboraba el por qué estaba excluido de cualquiera de sus secciones el comentario o la crítica de conciertos. Me dijo que era algo excesivamente subjetivo por diversos factores, que un disco lo es, pero mucho menos, y un concierto se basa mucho más en estados de ánimo de un momento puntual y en la conjunción astral. Efectivamente, es algo evidente. Esta noche, parece que la conjunción se me dio a favor. Una buena colocación -importante en una sala como ésta un día de entradas agotadas como hoy-, buena compañía, un buen día. Pero sobre todo, claro está, un valor seguro sobre el escenario. Porque si algo hay seguro con Love Of Lesbian es que es un grupo que siempre lo da todo. Siempre. Por eso sabes que aunque sea la 5ª vez que los veas, sea escenario gigante o pequeño, haya mucha o poca gente, dure una hora y cuarto o, como hoy, dos horas y media, vas a presenciar un buen concierto. Para ello cuentan ya con un buen montón de canciones excelentes, que han ido labrando con los años y que les ha hecho crecer como nadie (seguro que ni ellos mismos) esperaban. No me deja de sorprender el montón de chicas jóvenes que abarrotaban las primeras filas y que cantaban a pleno pulmón todas las canciones –en ocasiones sin dejarnos prácticamente oír la voz de Santi Balmes-.
Me alegro mucho por ellos. Siempre me alegra cuando a un grupo que se lo ha trabajado duramente (10 años de carrera, los 4 primeros sin apenas eco con sus discos cantados en inglés) pasas de verlo en un recinto con 50 personas hace unos años, al llenazo y el efecto fan. Quizá sean sus letras, algunas magníficas realmente, que se disuelven con facilidad en tu caldo mental, en el magma de fracasos sentimentales que todo hijo de vecino ha tenido. En eso, consiguen ser cercanos, unos tíos majos, unos vecinos corrientes que solo quieren lo mismo que tú: que el trozo del pastel de felicidad que te vas cultivando como buenamente puedes, se digiera bien. Musicalmente, es difícil descifrar su secreto. Un poco sin referencias especialmente evidentes, un estilo de especial de canción que los hace únicos sin saber muy bien por qué. Supongo que en la conjunción está el éxito y no hace falta nombrar canciones, porque las hemos repetido aquí ya muchas veces: solo deseamos que el grupo que más veces ha venido a Zaragoza en menos tiempo, vuelva, y a no tardar. Si lo hacen con nuevas canciones que llevarse al oído, bien, pero si no, volveremos a sumergirnos tanto en su parcela seria como en la divertida, que tampoco la dejan en casa nunca. x F. Andén
Me alegro mucho por ellos. Siempre me alegra cuando a un grupo que se lo ha trabajado duramente (10 años de carrera, los 4 primeros sin apenas eco con sus discos cantados en inglés) pasas de verlo en un recinto con 50 personas hace unos años, al llenazo y el efecto fan. Quizá sean sus letras, algunas magníficas realmente, que se disuelven con facilidad en tu caldo mental, en el magma de fracasos sentimentales que todo hijo de vecino ha tenido. En eso, consiguen ser cercanos, unos tíos majos, unos vecinos corrientes que solo quieren lo mismo que tú: que el trozo del pastel de felicidad que te vas cultivando como buenamente puedes, se digiera bien. Musicalmente, es difícil descifrar su secreto. Un poco sin referencias especialmente evidentes, un estilo de especial de canción que los hace únicos sin saber muy bien por qué. Supongo que en la conjunción está el éxito y no hace falta nombrar canciones, porque las hemos repetido aquí ya muchas veces: solo deseamos que el grupo que más veces ha venido a Zaragoza en menos tiempo, vuelva, y a no tardar. Si lo hacen con nuevas canciones que llevarse al oído, bien, pero si no, volveremos a sumergirnos tanto en su parcela seria como en la divertida, que tampoco la dejan en casa nunca. x F. Andén
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