29/3/13
“En la voz de un cantante se refleja el sol, cada amada, cada amante”.
(Franco Battiato, “Días extraños”)
Recojo un residuo de mi adolescencia en una cassette de Nómadas. ¿Qué podría contar de algo así? ¿Qué podría escribir? ¿Para qué? Battiato siempre estuvo ahí, como si fuera un maestro cuyas clases sí interesan. Maestro de misterios, extrañezas e inquietud. Cojo la cassette en mis manos, intentando averiguar y saber un poco de aquello en lo que me he convertido. De los nómadas que buscan los ángulos de la tranquilidad paso, cerrando los ojos, a un sonido de campanas, lejano, irrresistible el reclamo. Textos que atrapan mi curiosidad y mi inquietud. Que le dan otra perspectiva. Al mismo tiempo estoy en un coche camino de Burgos, enclave militar de resistencia y castillos, de piedras que dan sensación de eternidad en sus calles, en su catedral, en el río que discurre junto a ellas. En Castilla La Vieja ahora el viejito soy yo. Voy a ver un concierto de Franco Battiato, o vuelvo de él, o estoy en mi casa escuchando aquella cassette, todo a la vez, al mismo tiempo, deseando que el corazón sea una piedra cubierta de musgo, que nunca se corrompa, como él canta en su nuevo álbum Ábrete Sésamo. Sólo las canciones, como esas piedras, siguen idénticas; son un parapeto contra lo que lo entendemos.
Difícil atrapar algo del viaje. ¿Atrapar qué? Pretender atrapar algo es de insensatos. Atrapar la vibración de la voz de Battiato en La sombra de la luz o en Mesopotamia en la Vieja ciudad castellana. El sabor de unos dulces. Ni siquiera eso puedes pescar. Se escurre en las redes. Un coche veloz por la autopista que va o vuelve y en el que abro el cuaderno intentando apuntar algo con sentido. Si ese sentido existe. Lo buscaremos, lo recogeremos en la cita de Dante en Testamento, en el deseo de buscar virtud y conocimiento, frente al ser humano que se comporta como una bestia, … … para ver si comprendo aquello que hemos vivido (de Pasacalle). El espanto puede surgir si pensamos que somos millones de millones de sombras perdidas (El polvo del rebaño).
Intento sacudirme el fatalismo. De nuevo vuelvo al libreto del álbum Ábrete Sésamo. Ya no hay Alí Baba. Sólo ladrones. Battiato: “Italia es un infierno. Ladrones y ladrones y corrupción”. Aquí no andamos mejor; el público aplaude cuando escucha Mi pobre patria. Todo sigue igual. Somos más bestias que nunca; nada de búsquedas de virtud y conocimiento. Es difícil encontrar el alba entre las sombras. Escucho a Battiato porque no sé de donde vengo... … No sé donde voy.
La cassette de Nómadas de 1986. Mi propina gastada para comprarla. Mi adolescencia ida. Un residuo en este 2013, como estas líneas tras un concierto en el que como con todo, estamos sólo de paso. Unas líneas que escribo para no atrapar nada, pero que necesito escribir. Mientras, en una tarima, sobre una alfombra quizá mágica, Franco Battiato cantará, se lamentará, sonreirá, espantando durante un rato nuestros fantasmas. x Sergio Casado
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