21/11/16
A pesar de todo, menos mal, seguimos yendo al cine. Dicen que es por la pantalla grande, por el sonido envolvente, por las palomitas (este no es mi caso), no lo sé. Sea como fuere, la liturgia de "ir al cine" sigue viva, aunque para los cinéfilos impenitentes ya no haya una sala especial de esas que se convertían en refugio para ver las películas que estaban al margen de los circuitos comerciales y los gélidos (sentimentalmente hablando) centros comerciales. A fecha de hoy, en Zaragoza, si se quiere ver por ejemplo "La reconquista" de Jonás Trueba o alguna película subtitulada hay que acudir al centro comercial Aragonia a las once de la noche. Lejísimos quedan los tiempos en donde en cualquier calle o avenida había una sala de cine, o cuando al mirar la cartelera podías elegir ver la misma película entre dos cines del centro de la ciudad, sin tener que coger el coche y aparcarlo cómodamente, eso sí, en el parking subterráneo...
Haciendo un esfuerzo de memoria, en mi cabeza estos son -y supongo, serán para siempre- mis cines favoritos:
- Mola. Mi recuerdo más nítido de este cine es viendo una película de Tarantino, no sé si "Jackie Brown" o "Kill Bill", con la sala a tope. La curiosidad de esta sala es que era estrecha pero laaarga como un día sin pan, parecía interminable. Estaba al principio del Paseo Sagasta (antes General Mola: el cine Mola molaba pero su nombre no era por eso) y cerró en 2005.
- Renoir. Quizá el que más dolió su desaparición, por ser más reciente y por lo que representaba. Los cines Renoir eran el oasis, el refugio antes comentado, el lugar seguro -a salvo de independencedays y vampiros imberbes- donde sabías que las películas más especiales y las consideradas como cine de autor, tenían su espacio y su tiempo. Allí, tanto las personas que trabajaban en el cine como los asistentes, amaban el cine como algo más allá del puro entretenimiento. Pero la realidad es que esto no fue suficiente, y los Renoir cerraron en 2012.
- Eliseos. Es el último que ha resistido, hasta hace muy poco. Recuerdo haber visto allí unas cuantas películas de Woody Allen. En 2014 se anunció su "cierre temporal" para su "digitalización", pero se intuye que este superviviente cierra un ciclo definitivamente. Su última película proyectada fue "Marsella" de Belén Macías.
- Palacio. Hace muchísimo tiempo que este cine desapareció, pero será imposible, salvo alzhéimer, que olvide el ciclo de terror al que asistí con un amigo en los años ochenta, y en especial dentro de ese ciclo la película "Caníbal feroz", una salvajada perpetrada por el director Umberto Lenzi en donde solo faltó por despellejar a San Vicente Mártir, que era el santo que daba nombre a la calle donde se ubicaba esta sala de cine.
- Buñuel. Eran unos multicines de 4 salas, situados en la calle Francisco de Vitoria, en donde, cuando ya habían desaparecido unas cuantas salas de las de toda la vida, se proyectaban películas bastante dignas que no se podían ver en ningún otro cine de la ciudad. Cerró en 2007.
- Don Quijote. Recuerdo al cine Don Quijote como el cine "de las butacas cómodas". Cuando en la mayor parte de los cines tenías que ir moviendo el culo y la espalda para no quedarte clavado en la butaca, la sensación al sentarte en una del cine Don Quijote era como la de aposentarte en uno de esos sillones mullidos caseros en los que te reclinas para atrás. Quizá fuera algo peligroso si la película era aburrida. Ahora es un casino pero, tan solo a unos metros de él, y como no podía ser de otra manera, estaba -y milagrosamente todavía está- el cine Cervantes, el que a fecha de hoy es el último representante -junto con el remozado, y reconvertido en multicine, Palafox- de la época de esplendor de los cines de Zaragoza.
- Coliseo Equitativa. El Coliseo cerró en 1999. Estaba en el Paseo de la Independencia, y ahora su lugar lo ocupa una tienda de ropa, que al menos ha mantenido intacta (o al menos la última vez que estuve, lo estaba- la especie de curiosa cúpula de imitación de madera que forraba el techo y las paredes.
- Fleta. Este cine era de los más grandes que recuerdo, si no el que más. Tenía dos plantas, a modo de teatro, porque de hecho su nombre oficial era Gran Teatro Fleta. Cerró en el año 2000, fecha en la que comenzaron unas obras interminables que ya no sé ni para qué eran, ni si están paradas, ni nada. Me imagino que será otro fiasco institucional.
- Pax y Rex. No recuerdo gran cosa, más allá de que eran salas que existían cuando yo era niño, y cuyos nombres sencillos y sonoros me parecían perfectos para nombrar una sala de cine. No había confusión posible si quedabas en el Pax o en el Rex. El cine Pax estaba en la plaza de La Seo, un sitio hoy impensable para ubicar una sala de cine.
- Mención especial: la Filmoteca de Zaragoza y el Pedro Cerbuna. Como alternativa a las salas de cine siempre han existido, por supuesto, lugares alternativos para ver buen cine. A la Filmoteca, y su pequeño saloncito de butacas, le tengo mucho cariño, especialmente por las primeras veces que asistí, que fue para ver un magnífico ciclo del no menos exquisito e inconfundible Eric Rohmer. Estaría bien recordar, me digo a mí mismo, que la Filmoteca todavía sigue ahí, programando cosas interesantes sin parar.
El Colegio Universitario Pedro Cerbuna siempre ha sido un interesante activo para poder ver cine. Recuerdo especialmente haber visto allí en 2001 "La pianista" de Haneke, con Sergio Algora delante de mi butaca seguramente alucinando tanto como yo con esa inquietante (por decirlo finamente) película. Todavía hoy sigue funcionando, y los sábados y domingos se siguen pudiendo ver buenas películas recientes.
Otros recuerdos más vagos que tengo van asociados a nombres de cines como el Argensola, el Dorado, los cines Aragón, los cines Goya, el Coso, el Madrid, el Venecia y el Torrero, el cine París, el cine Gran Vía... y ya estoy agotado de tanto pensar y tanta nostalgia, pero seguro que me dejo alguno. x Fernando SoYoung
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