8/1/17
"No me explico esa atracción por la política. El político es casi siempre vanidoso y vulgar. No puede vivir sin elogios. Sus doctrinas no valen nada. Son casi siempre esclavos de la fama, de la opinión de los demás y de la populachería.
El político es un sembrador de lugares comunes. Después de todo, la organización de la sociedad se basa en vulgaridades. Las frases hechas y las vaciedades aparatosas tienen siempre más lucidez que las intuiciones lúcidas y parece que sirven como cimentación a la sociedad."
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