26/11/19
Apresurados, metemos en la maleta todo lo que hay encima del tocador. Hay que huir antes de que los agentes del servicio de inteligencia tiren abajo la puerta del loft. Un año escondidos en un búnker improvisado ha propiciado que nuestro síndrome de Diógenes haya madurado y sea nuestro fiel compañero.
Por este orden vamos llenando el equipaje. Primero, el nuevo disco de Juliana Hatfield, a la que, después de repasar el cancionero de Olivia Newton John, este año le ha dado por revivir a The Police, y su aire new wave les ha sentado fenomenal. Segundo, el revisionismo de Mercury Rev al disco de Bobbie Gentry, “The Delta sweete”, es otro acierto. Y tercero, el reciente disco de Toy, dando pistas a los algoritmos de búsqueda para saber de dónde sacan la inspiración para sus discos: “Songs of Consumption”.
Entre medio, acolcharemos las muestras fonográficas con un par de toallas corporativas de la cadena de apartamentos que nos ha dado cobijo. Y justo antes de la lencería intima, sellaremos unas cassettes grabadas con canciones sueltas que sonaban en las jornadas interminables de seguimiento. Aún recordamos a:
The Straitjackets llevando al rey en el norte a la baja California a coger olas; Ginebras tentando a Tarantino a que se convierta a la secta Rosalía; Robyn Adele llevando a Beastie Boys al cabaret; Kumbia Queers tomando el sol con La Polla a ritmo de cumbia; Joy Division de pasacalles por New Orleans con Hot 8 Brass Band. Y así llenamos hasta dos C-60 de cromo. Ahora todo debe desaparecer de la escena. x Simón Zico
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