Me han dicho que caíste

20/7/20


Llegué tarde a Marsé.

Me hubiera gustado leerle en la adolescencia; cómo le habría disfrutado entonces…, pero mis escritores preferidos en aquella época, Baroja y Galdós, tampoco le eran unos extraños. Realismo social, caracteres miserables y desesperados tirados por los barrizales del atraso. Nadie en el Silos nos habló nunca de Marsé, aunque un día, durante una clase de COU, giré la cabeza y, en el pupitre de detrás, Chusé Izuel leía con diecisiete años un libro naranja de la colección Club Bruguera: “Si te dicen que caí”.

Me sirvió de indiscutible referencia pero conocí antes las novelas de Marsé por el cine que por sus páginas, a las que me adherí desordenadamente tiempo después: “El embrujo de Shanghai”, “Últimas tardes con Teresa”, “Si te dicen que caí”, “La oscura historia de la prima Montse”, “El amante bilingüe”, “Un día volveré”, “Rabos de lagartija”

No pude evitar ligar el Guinardó de los 40-50 al barrio de Las Fuentes de los 70, a las impresiones que me causaron ciertas personas y situaciones que por allí deambulaban en mi infancia. Barrios orillados y marginales salpicados de personajes apabullados por las secuelas de nuestra historia, por décadas de franquismo y humillación.

El Pijoaparte o nuestro quinqui de pantalón de campana, robando radiocassettes de los coches, que nunca conoció a su Teresa. Los matones de penumbra o el exlegionario reconvertido a equilibrista, "El hombre foca", que con un tablón alzado en su barbilla cantaba “Mañana por la mañana te espero Juana en el café; te juro que tengo, Juana, ganas de verte la punta el pie”.

Calles embarradas de farolas rotas. El olor a basura quemada de los solares del Carmelo era el mismo que hedía en las chabolas de gitanos de los descampados de Torrerramona. Sus charnegos, nuestros sorianos. Sus policías perdonavidas, nuestro vecino facha, borracho y putero que nos amenazaba con pegarnos cuatro tiros con la pistola que conservaba de sus tiempos en la División Azul. La vieja enlutada y encorvada que contaba agazapada en los portales la calderilla de las limosnas. Historia social contemporánea de tapa blanda.

Hace ya tiempo que me fijé en el parecido físico y, en algunos aspectos, literario de Juan Marsé con Raymond Carver, aunque son hijos de distintas circunstancias. Facciones anchas, rudas, mirada directa y severa, cazadoras de piel, tipos genuinos como sus desesperanzados personajes, resignados a tropezar constantemente con sus propias vidas.

Encerrada con mi propio Marsé, todavía me quedan algunos de sus libros por leer, pero ya son pocos, muy pocos.

(A mi madre, que falleció el mes pasado también a los 87 años).
x Asun No.

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