1/7/22
“Renueva en nosotros el sentido de la alegría”.
(de “Oraciones de Vailima”, R.L. Stevenson)
“El cine es el resquicio de de la buena gente, la rendija, el opio del agnóstico”. Así lo escribió Manolo Marinero. Y en el cine, como en un túnel, vamos al pasado, al presente o al futuro. Sin limitaciones.
Cierro los ojos. Intento concentrarme, encontrar esa rendija. Viajo en el tiempo a la antigua casa de Mario Camus en Ruiloba, cerca de Santander. En su despacho hay cientos de libros y una preciosa maqueta del barco Spray de Joshua Slocum. Mientras yo observo aquel lugar mágico, Mario va haciendo pilas de guiones; finalmente encuentra el guion de “Al norte de Marrakesh”, escrito por Aristarain y él. “Adolfo escribe divinamente”, me dice. Sujeta el guion como si fuera un timón, satisfecho, y me dice que para él, el cine de Adolfo es el cine de un nuevo humanismo. También recuerda el placer, la alegría de la llamada de teléfono de su amigo para trabajar en la escritura de “Roma”, de nuevo ambos junto a Kathy Saavedra.
Necesitamos a los Maestros. Para mí lo han sido Adolfo Aristarain y Mario Camus. También Manolo Marinero. Es una enseñanza atrapante. Pero en este libro vamos más allá, escapamos un poco del cine y nos fijamos en la lectura (“un placer que no te puedes perder”, le dice Martín a su hijo Hache) y en la escritura. Es el territorio del guion, de la Palabra. Y la escritura es esencial para Adolfo Aristarain. Así lo dijo Federico Luppi: “Tiene sentido porque él lo escribe... … La escritura es su andadura, su gatillo, su catapulta y su conflicto”.
Es imposible explicar la alegría de encontrar un verdadero Maestro. En mi camino he encontrado profesores aburguesados, enriquecidos, incluso catedráticos grotescos que desprecian y humillan al alumno. No los miran a la cara. Les dan la espalda. A algunos incluso les gusta ver a los alumnos aplastados. Es un daño terrible para esos jóvenes. Afortunadamente hay otros profesores, alguien como Fernando Robles en “Lugares comunes”, cuando enseña a los futuros maestros que no deben adoctrinar: “(…) despierten en sus alumnos el dolor de la lucidez. Sin límites. Sin piedad”.
La edición original de los guiones de Adolfo Aristarain en Ocho y Medio publicaba “Martin (Hache)”, “Lugares comunes” y “Roma”. La edición de Grupo Editorial Sur, casi veinte años después, tiene el aliciente de la publicación añadida de “Al norte de Marrakesh”, esa historia épica de legionarios en la frontera. La leí de un tirón, hace casi quince años, en una pequeña casa rural cerca del refugio de Mario Camus. Acabé entusiasmado. Ahí estaba la película, en la mente del lector. Y ahí sigue, como los otros tres guiones, buscando a los nuevos lectores que disfrutarán de ella.
La desaparición de Mario no es tal. Este libro le sirve de homenaje. En este libro la alegría del trabajo con su viejo amigo Adolfo está presente, le hace presente.
Para Adolfo y Mario.
Prólogo escrito por Sergio Casado para el libro "El oficio del cine", de Adolfo Aristarain, publicado recientemente en Argentina por Grupo Editorial Sur.
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