27/4/07
Inicios de los 80. No corren buenos tiempos para la clase obrera en el norte de Inglaterra. El thatcherismo gobierna con mano dura y sus medidas sociales afectan a miles de familias que viven de la minería.No está el horno para bollos y, espoleados fundamentalmente por la huelga minera, la respuesta de la clase trabajadora se deja sentir. Con este ambiente de fondo surge una serie de músicos que adoptan una postura militante izquierdista de denuncia y de rechazo hacia la dama de hierro. Lo curioso es que el camino elegido para sostener su mensaje comprometido no es la pose ruidosa o violenta; todo lo contrario, sacan jugo a un pop sencillo, limpio, luminoso, pop verde y de campiña, teñido con ese cielo gris de la melancolía y la nostalgia pero alegre y colorista a la vez. Billy Bragg evocando la revolución cultural china, McCarthy destapando la ira lírica hacia los MP’s, hacia los Windsor... y los Housemartins empeñados en trasladar su socialismo campechano y cercano a lo más alto de las listas indies.
Los Housemartins se forman en 1984 en Hull cuando Paul Heaton (voz) recluta a su vecino guitarrista Stan Cullimore, a Hugh Whitaker para aporrear las baquetas y a Ted Key como bajista. Un año después Norman Cook sustituye a Key y el grupo logra firmar contrato discográfico con Go!Discs. Tras los singles “Happy Hour” (todo un pildorazo vitalista repleto de optimismo juvenil) y “Sheep” (otra muestra de contagioso pop de colorines) el grupo edita su primer L.P. “London 0 Hull 4” en 1986. Toda una muestra de orgullo provinciano y escaparate de cómo aunar una postura militante de izquierdas con una mentalidad cristiana de base y elegir un pop enérgico, de guitarras luminosas y melodías vocales encantadoras. Como ya decían ellos en la carpeta del disco: “Take Jesus – Take Marx – Take Hope”. Toda una declaración de principios.
“Think for a minute”, otro éxito extraído del disco (donde también se encontraban joyas instrumentales como “Reverends Revenge” o “The Mighty Ship” o incluso versiones de Curtis Mayfield) y sobre todo el single que lanzaron en las navidades de 1986, la versión a capella del “Caravan Of Love”, les ayudaron a ser uno de los grupos británicos más apreciados del momento. Guitarras juguetonas, críticas descarnadas al poder y ese aspecto de no haber roto nunca un plato como fachada de ese “gospel-pop” socialista y de denuncia.
En 1987 y tras el abandono de Whitaker, que cambió la candidez de ser el divertido batería-chico bueno por la sordidez de la prisión tras ser arrestado en un atraco a mano armada, y ya incorporado Dave Hemingway tras los timbales, sale a la calle su segundo trabajo, “The people who grinned themselves to death”. Las constantes de los Housemartins siguen siendo las mismas: textos partidistas (pues de tomar partido se trata en las diferentes actividades de nuestra vida ¿no?), pop inmaculado y puberal, mensajes directos e historias de todos los días, desde el granjero hasta el vecino del otro lado de la calle. “Build” y “Me and the farmer” fueron los singles encargados de continuar haciendo que los de Hull fueran asiduos de los “charts” independientes. El LP quizás perdía algo de la frescura de su antecesor pero seguía reuniendo canciones sencillas y pegadizas, inmediatos mensajes vitalistas y repletos de optimismo saltarín.
El 10 de junio de 1988 del grupo anunció su separación, tomada de común acuerdo entre los cuatro componentes del grupo. Tras cuatro años de defender sus principios ideológicos a través de la música decidían poner fin a la aventura para iniciar caminos por separado. Heaton y Hemingway formarían The Beautiful South, combo depositario del espíritu de los Housemartins, con una trayectoria semejante en cuanto a planteamientos sonoros y que gozaron de gran éxito en las Islas. Cullimore se retiró de la música y Norman Cook se inclinó por la aventura “dance” y la cultura del club con sus dos grupos consecutivos, Beats International (escándalo con Strummer y demás Clash por un “quítame allá ese sampler”) y Freak Power, y actualmente navegando por las procelosas aguas del baile bajo el apodo de Fatboy Slim. Coincidiendo con su despedida, Go!Discs editó “Now That’s What I Call Quite Good”, recopilatorio de singles, rarezas y demás material a explotar en la vorágine necrófila (incluida una versión de la sesentera “There’s Always Something There To Remind Me” que apareció como single).
Fueron apenas cuatro años, con final brusco y poco habitual (¿cuántos grupos hay por ahí que estando en lo alto decidan acabar con todo al pensar que su labor social ya estaba cumplida?). Un grupo encantador, honrado, autor de unos discos con mucho jugo. x Javier M. Carpi
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