1/5/07
Ivan Howard y Kelly Crisp comparten en exclusiva matrimonio y grupo musical: The Rosebuds. Vienen de Carolina del Norte y han conseguido con su tercer álbum, “Night Of The Furies”, que por un momento creamos en la viabilidad musical de esa tan sagrada como mancillada institución de pareja. Su nueva entrega es una colección de canciones (tan sólo nueve) que es pura delicatessen para los paladares de los más exigentes amantes del pop: crèpe de dulce de leche o tarta de queso con arándanos. El comienzo del disco es arrollador, con cuatro canciones que pueden animar cualquier tarde de truenos o día aciago con ese puntillo -ya nostálgico- neworderiano de “Cemetary Lawns” o “Get Up And Get Out”. En el resto su toque synth pop enlazado con una flotación general new wave hacen de este disco algo irresistible y pegajoso (difícil quitarse el ritmillo cadencioso de “Night Of The Furies", que cierra magníficamente el disco). Un álbum para degustar saboreando cada detalle (gran producción), cada melodía. Lo dicho, hoy no hace falta que comas postre. Flashboy
En un momento en el que cuesta distinguir un disco mediocre de uno malo (decir bueno ya es rizar el rizo), donde el relleno gana la partida a lo interesante y los grupos son calcos de calcos, hay grupos como Rosebuds que se quedan en tierra de nadie, que aspiran a mucho y se quedan en (casi) nada. Aunque lo intentan, ni por asomo llegan en este tercer disco a enhebrar con tan buen gusto lo que llegaron a tejer con “Birds make good neighbors”. Han perdido ese estupendo matiz rock tipo Arcade Fire con raíz americana para ablandarse, volverse electrónicos y poperizarse hasta extremos bochornosos como en “I better run” o “Get up and get out”, una canción con un piano escandaloso en la que a duras penas pega la voz con un pop semibailable y blandengue. Hay momentos mejores, más auténticos, como la siniestro ochentera “When the lights when dim” o “Cementary lawns”, pero en conjunto los Rosebuds anteriores eran más interesantes y originales que estos. Es lo que tiene cambiar, que puedes acertar o meter la pata hasta el corvejón. Hang the Dj
En un momento en el que cuesta distinguir un disco mediocre de uno malo (decir bueno ya es rizar el rizo), donde el relleno gana la partida a lo interesante y los grupos son calcos de calcos, hay grupos como Rosebuds que se quedan en tierra de nadie, que aspiran a mucho y se quedan en (casi) nada. Aunque lo intentan, ni por asomo llegan en este tercer disco a enhebrar con tan buen gusto lo que llegaron a tejer con “Birds make good neighbors”. Han perdido ese estupendo matiz rock tipo Arcade Fire con raíz americana para ablandarse, volverse electrónicos y poperizarse hasta extremos bochornosos como en “I better run” o “Get up and get out”, una canción con un piano escandaloso en la que a duras penas pega la voz con un pop semibailable y blandengue. Hay momentos mejores, más auténticos, como la siniestro ochentera “When the lights when dim” o “Cementary lawns”, pero en conjunto los Rosebuds anteriores eran más interesantes y originales que estos. Es lo que tiene cambiar, que puedes acertar o meter la pata hasta el corvejón. Hang the Dj
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