25/6/07
“Nada hará que nuestro amor perdure, pero podemos ganar tiempo, aunque sea por un día, nos convertiremos en héroes para siempre”. “Heroes”, David Bowie.
Con Berlín -mostrando su lado más oscuro- y David Bowie -musicando in situ buenos y malos momentos- como invitados estelares de esta cinta, no podemos contemplar a “Christiane F.” como una película más de las que tratan de manera central el problema de las drogas. Completamente aleccionadora –por hiperrealista- del agujero negro en que se convierte la vida (y la muerte) de un adicto, esta película impacta desde el primer momento por su atmósfera oscura, grisácea, atosigante en la ruin tristeza de ver cómo una niña de trece años – y sus amigos de edad similar- se va acercando y acercando hasta caer en el tétrico mundo de las drogas y sus consecuencias adyacentes (prostitución, delincuencia, traición, soledad). Jóvenes que sueñan con héroes mientras se desmayan en váteres mugrientos.
Por supuesto, y contrarrestando tanta realidad cruenta, sobreviven y se imponen sentimientos positivos entre tanta arena movediza descorazonadora: la relación de Christiane con Detlef, la lucha de ambos por sacar la cabeza del pozo, los escasos momentos en que sus vidas cobran sentido al ver la luz de la desintoxicación. Guste o no el tema sobre el que trata, la película atrapa. Por la forma en que está rodada, por su estética de virtual espejo de esa época, por la aplastante credibilidad de los –prácticamente niños- actores, por la sensación de estar viendo un cine completamente diferente a cualquier otro.
Como una ducha fría: dan ganas de gritar, pero te deja nuevo.
Con Berlín -mostrando su lado más oscuro- y David Bowie -musicando in situ buenos y malos momentos- como invitados estelares de esta cinta, no podemos contemplar a “Christiane F.” como una película más de las que tratan de manera central el problema de las drogas. Completamente aleccionadora –por hiperrealista- del agujero negro en que se convierte la vida (y la muerte) de un adicto, esta película impacta desde el primer momento por su atmósfera oscura, grisácea, atosigante en la ruin tristeza de ver cómo una niña de trece años – y sus amigos de edad similar- se va acercando y acercando hasta caer en el tétrico mundo de las drogas y sus consecuencias adyacentes (prostitución, delincuencia, traición, soledad). Jóvenes que sueñan con héroes mientras se desmayan en váteres mugrientos.
Por supuesto, y contrarrestando tanta realidad cruenta, sobreviven y se imponen sentimientos positivos entre tanta arena movediza descorazonadora: la relación de Christiane con Detlef, la lucha de ambos por sacar la cabeza del pozo, los escasos momentos en que sus vidas cobran sentido al ver la luz de la desintoxicación. Guste o no el tema sobre el que trata, la película atrapa. Por la forma en que está rodada, por su estética de virtual espejo de esa época, por la aplastante credibilidad de los –prácticamente niños- actores, por la sensación de estar viendo un cine completamente diferente a cualquier otro.
Como una ducha fría: dan ganas de gritar, pero te deja nuevo.
Título original: "Christiane F - Wir Kinder vom Bahnhof Zoo". Año: 1981. Duración: 131 min. País: Alemania. Director: Uli Edel . Guión: Herman Weigel (Novela: Kai Hermann & Horst Rieck). Música: Jürgen Knieper. Reparto: Thomas Haustein, Natja Brunckhorst, Jens Kuphal, Rainer Woelk, Jan Georg Effler, Christiane Reichelt, Daniela Jaeger, Kerstin Richter, David Bowie
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