13/11/07
La convivencia es muy complicada. Estamos cansados de oírlo –y de vivirlo-. Y la complicó todavía mucho más un invento llamado mando a distancia. Pero no se quedó ahí el artilugio de marras, origen de mil y una discusiones, no. De repente, aparecieron nuevos mandos con unos botoncitos de colores rojo, verde, azul y amarillo, que conducían a: EL TELETEXTO. ¿En qué cabeza pudo anidar semejante idea?. Debería estar en la cárcel, puesto que está comprobado que su invención llega a provocar fuertes adicciones, sobre todo entre el género masculino. Y ya de paso también deberían ir a la cárcel los diseñadores de tan espantoso sistema de información visual: colores feos, redacciones lamentables, lentitud exasperante (¿realmente es necesario para pasar de página esperar cinco minutos a que dé la vuelta el marcador hasta la página 800 una y otra vez?). Y ya que estamos con preguntas sin respuesta (por lo menos una inteligente): ¿es imprescindible para los hombres conocer el resultado de la Segunda División B de fútbol los domingos, los resultados del balonmano europeo entre semana, todos esos listados deportivos y económicos que hacen daño a la vista, ver un mapa del tiempo donde un sol es un cuadrado amarillo y la lluvia unas comillas, el historial del Tour de Francia, leer las noticias que acaban de ver hace diez minutos en el telediario?.
Estoy por hacerme psiquiatra e inaugurar una nueva especialidad: el tratamiento de adictos al teletexto, peligrosa enfermedad que puede afectar hasta el alelamiento total del paciente y, lo que es peor aún, desquiciar a todos los que le rodean, que tienen que asistir con ojos incrédulos a un incesante pasar de pantallas oscuras detallando las más absurdas informaciones. x Wendy Cunt
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