30/3/08
Se enamoraron de un vistazo en el Central, y al ir al baño, al lado del billar, Z la abordó torpemente con alguna de esas ridículas frases de entrada que los tíos tienen registradas para estas ocasiones. Pero como digo, el trabajo ya estaba hecho de antemano con gracias a ese prolongado e intenso vistazo anterior. A pesar de todo, K, saturada de conocer a atontados sin sustancia, decidió que esta vez pondría a prueba al destino poniendo la condición a su nuevo pretendiente de que durante una semana ambos se buscarían por la ciudad sin ninguna pista previa: si se encontraban querría decir que su destino era estar juntos, y si no, no. Y así se lo hizo saber a un Z sorprendido y ligeramente decepcionado, aunque también algo ilusionado.
Él la imaginó en la Filmoteca, en La Luna, en la biblioteca de Dr. Cerrada, en alguna piscina municipal, en El Festín de Babel o en algún banco del Parque Grande. Y allí la buscó, sin éxito.
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El último día del plazo, ambos perdieron la esperanza del encuentro y se quedaron en casa, tristes, viendo la televisión. Y también ambos pusieron el canal autonómico a las siete de la tarde, en donde en un programa de entretenimiento, Z y K eran entrevistados por la calle sobre un tema banal (el ciclo de terror del cine Palacio) con opiniones bien contrapuestas, lo que no fue impedimento para que a los dos se les dibujara una sonrisa de oreja a oreja en su cara, porque en ese momento supieron que el sábado siguiente volverían al Central. x Wendy Cunt
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Cuántos guiños...
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