7/10/08
[Nombre de la empresa]
[Calle]
[Ciudad, Estado/Provincia, Zip/Código postal]
[lejía][Cansado de la moda]Para su publicación inmediata HORA \@ "d' de 'MMMM' de 'aaaa" 19 de febrero de 2008 Contacto: Casto García
Casto Alta Costtura
610-456-789
[Zaragoza] (Un día después de que la prensa nacional se haya hecho eco de mi acto terrorista, aquí tienen la exclusiva de la causa de los acontecimientos, aunque primero una corrección biográfica a todas esas arpías que han pasado toda su vida descalificando la mía: ni mi padre me forzaba de pequeño, ni soy homosexual o mariquita).
El día 1 de septiembre a las 8 de la mañana me desperté, y como llevaba meses planeando, me duché y comprobé mientras tanto todos los mecanismos de la metralleta. Nada fallaba, funcionaba como lo que era, un arma de diseño y alta tecnología. Desayuné y besé a mi esposa (por supuesto que estoy casado, imbéciles, y con dos hijos, el pequeño fue quien me recomendó este modelo de metralleta), preguntó que a dónde iba con la escopeta del peque, y con sorna le dije que a cobrar los retrasos de las tiendas de moda. Sonrisa y otro beso con expresión de este marido es un guasón.
Puede que mi vida o cómo comenzó todo aquel día no les interese, pero a la policía sí. Y puesto que no voy a hablar, por lo menos que lean por una vez en su vida. ¡Que el Cuerpo tiene los ojos para ver y leer de vez en cuando!.
No soporto los retrasos, y todas aquellas tiendas del centro de la ciudad me debían millones, de esta forma si no cobraba, ellos no venderían el género, y tampoco les suministraría más, y desde dentro de la cárcel aprovecharía para cursar una carrera o aprendería a tatuar .
[Calle]
[Ciudad, Estado/Provincia, Zip/Código postal]
[lejía][Cansado de la moda]Para su publicación inmediata HORA \@ "d' de 'MMMM' de 'aaaa" 19 de febrero de 2008 Contacto: Casto García
Casto Alta Costtura
610-456-789
[Zaragoza] (Un día después de que la prensa nacional se haya hecho eco de mi acto terrorista, aquí tienen la exclusiva de la causa de los acontecimientos, aunque primero una corrección biográfica a todas esas arpías que han pasado toda su vida descalificando la mía: ni mi padre me forzaba de pequeño, ni soy homosexual o mariquita).
El día 1 de septiembre a las 8 de la mañana me desperté, y como llevaba meses planeando, me duché y comprobé mientras tanto todos los mecanismos de la metralleta. Nada fallaba, funcionaba como lo que era, un arma de diseño y alta tecnología. Desayuné y besé a mi esposa (por supuesto que estoy casado, imbéciles, y con dos hijos, el pequeño fue quien me recomendó este modelo de metralleta), preguntó que a dónde iba con la escopeta del peque, y con sorna le dije que a cobrar los retrasos de las tiendas de moda. Sonrisa y otro beso con expresión de este marido es un guasón.
Puede que mi vida o cómo comenzó todo aquel día no les interese, pero a la policía sí. Y puesto que no voy a hablar, por lo menos que lean por una vez en su vida. ¡Que el Cuerpo tiene los ojos para ver y leer de vez en cuando!.
No soporto los retrasos, y todas aquellas tiendas del centro de la ciudad me debían millones, de esta forma si no cobraba, ellos no venderían el género, y tampoco les suministraría más, y desde dentro de la cárcel aprovecharía para cursar una carrera o aprendería a tatuar .
En la Calle Zurita tenía dos clientes. Sonrisas como pianos me recibieron, dos golpecitos en la cabeza les di a aquellas jóvenes anoréxicas, nada dentro de la testa, hermosuras. Otra vez me devuelven una carcajada, y la frase qué gracioso es usted Maestro Casto. Hablé con su jefe, también me recibió con una sonrisa aun más grande, así ríen los que van a morir, le dije. Otro que me sale con la palabrita guasón, y que dónde voy con una escopeta de plástico. Vengo a cobrar hijo de puta cocainómano, follaniñas. Su cara cambió, y adoptó el tratamiento de usted. Lamentaba que las vacaciones estivales me hubieran sentado mal, lamentaba que mi mujer se fundiera toda la pasta en el bingo y en el casino, y lamentaba que mis diseños se vendiesen más en el extranjero que en mi ciudad natal.
Pero queridos lectores, él sí que lamentó. Le apunté al corazón y le disparé a quemarropa. La ropa palideció y su traje de muchos ceros tornóse en otro de muchos círculos amarillos de lejía. Acto seguido salí a la tienda y amenacé con hacer lo mismo con todas las prendas expuestas de la colección de otoño si no me daban todo el dinero de la caja. La niña de sonrisa de piano estaba histérica, gritaba que no la matase, y algo de un viaje a Londres con su novio para Navidades. Por supuesto que irás a Londres, tontita, pero dile a tu jefe que te abra ésta y la otra caja. ¡Síii....!, la fuerte, y no te insulto, que te llamo así porque te quiero.
La bolsa de la tienda contenía todo el dinero, una buena recaudación para estar de rebajas y ser tan llorón. Me fui a la droguería más cercana, necesitaba lejía, la limpieza de deudas anterior me había agotado toda la munición. Debía ser rápido, sé que ‘Sonrisa de piano’ y ‘Traje de muchos ceros’ correrían la voz a todos los comerciantes que me compraban, e incluso a la policía.
De esta forma mi segunda deuda no pudo ser cobrada, no sospeché de la dependienta, pese a ser madurita, incluso le pregunté si era nueva. Me contestó que estaba en prácticas, para que la empresa pudiera cobrar las subvenciones de mujeres mayores de 45. Todo encajaba y no podía sospechar que el segundo moroso con lo ruin que era, hubiese cambiado su dependienta por una agente de policía.
No me gusta trabajar, y no me gusta no cobrar, no me gusta que el mundo de la moda diga que hace soñar, a mí me quitó el sueño. x Enrique Valero
Pero queridos lectores, él sí que lamentó. Le apunté al corazón y le disparé a quemarropa. La ropa palideció y su traje de muchos ceros tornóse en otro de muchos círculos amarillos de lejía. Acto seguido salí a la tienda y amenacé con hacer lo mismo con todas las prendas expuestas de la colección de otoño si no me daban todo el dinero de la caja. La niña de sonrisa de piano estaba histérica, gritaba que no la matase, y algo de un viaje a Londres con su novio para Navidades. Por supuesto que irás a Londres, tontita, pero dile a tu jefe que te abra ésta y la otra caja. ¡Síii....!, la fuerte, y no te insulto, que te llamo así porque te quiero.
La bolsa de la tienda contenía todo el dinero, una buena recaudación para estar de rebajas y ser tan llorón. Me fui a la droguería más cercana, necesitaba lejía, la limpieza de deudas anterior me había agotado toda la munición. Debía ser rápido, sé que ‘Sonrisa de piano’ y ‘Traje de muchos ceros’ correrían la voz a todos los comerciantes que me compraban, e incluso a la policía.
De esta forma mi segunda deuda no pudo ser cobrada, no sospeché de la dependienta, pese a ser madurita, incluso le pregunté si era nueva. Me contestó que estaba en prácticas, para que la empresa pudiera cobrar las subvenciones de mujeres mayores de 45. Todo encajaba y no podía sospechar que el segundo moroso con lo ruin que era, hubiese cambiado su dependienta por una agente de policía.
No me gusta trabajar, y no me gusta no cobrar, no me gusta que el mundo de la moda diga que hace soñar, a mí me quitó el sueño. x Enrique Valero
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