El concierto (II) Encuentros (32)

28/6/09



Dejar y ser dejado, dolor dulce y dolor amargo. Tradicionalmente él no había salido victorioso precisamente en el complicado juego del amor. Lo pensaba mientras sonaban esas canciones de lenta cadencia y profundidad punzante en aquella abarrotada sala de conciertos. A su lado, un anillo en el dedo índice brillaba en la joven mano que sujetaba, a su lado, una botella de cerveza. Y volvió a jugar a ese juego que tan recurrente y placentero se le hacía, se imaginó hablando con ella de cualquier cosa, viajó por unos cerros que dejaban a los de Úbeda en ridículo, unos en los que se iba con la dueña de la cerveza a tomar otra más, se hacían reír mutuamente, iban a bares que no conocían, andaban largos tramos entre antro sucio y pub oscuro contándose cosas que no habían contado a nadie más porque ni siquiera se les habían ocurrido antes, imaginó que amanecía al lado suyo desayunando en una apartada terraza vacía cerca del parque.

Cuando acabó la canción, vio cómo ella miraba hacia la puerta una y otra vez, como buscando a alguien.
x Laminé Román

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