11/10/09
Atlas Sound: "Logos".
Un amigo de quien hay que fiarse a pie juntillas musicalmente hablando, me invitó a que le diera más oportunidades al "Microcastle" de Deerhunter, lo hice y me siguió sin enganchar del todo. Sin embargo, el segundo disco del proyecto en solitario de su cantante Bradford Cox, llamado Atlas Sound, me parece excepcional. Ya la portada transmite inquietud, una especie de desasosiego basculando entre la pereza y la luminosidad. Y su sonido es tremendamente atractivo. Entre la psicodelia, el pop y las pinceladas de electrónica o shoegaze circulan en este "Logos" la mágica y adictiva "Walkabout", con Noah Lennox de invitado especial (Panda Bear, Animal Collective), la circular e hipnótica "Quick Canal" donde Laetitia Sadier canta una canción que seguro le hubiera gustado que fuera propiedad de Stereolab, la preciosa retroactividad pop de "Shelia" o la fantástica y ensoñadora "Logos", que cierra un álbum que no cansa porque siempre se saca de la chistera un nuevo y lujoso matiz.
The Raveonettes: "In And Out Of Control".
Descubrir el nuevo disco de The Raveonettes un viernes tarde rodeado de unos botellines vaciados con moderada euforia de bienvenida al fin de semana no es la mejor tarjeta de presentación para una escucha objetiva de sus canciones. Pero tampoco hace falta. En cualquier circunstancia menos favorable ya esta pareja danesa me enciende la sangre con esas guitarras entre inocentes y punzantes sacadas de un pasado remoto de furgonetas azules, y esas melodías también ubicadas en no sé sabe bien qué tiempo y lugar pero que tan buen resultado dan en conjunto. El comienzo de "In And Out Of Control" es arrollador con los pelotazos "Bang!", "Gone Forever" y el pop de cielos despejados y coros deliciosos de "Last Dance". Corazones acelerados. Luego viene el tobogán, pero da igual porque nos esperan todavía "Heart Of Stone" y sobre todo ese zarandeo bailable del portentoso estribillo de "Breaking Into Cars". Así son los discos de The Raveonettes, mismo número de canciones extáticas y deslumbrantes que del resto, aunque esta vez la media sube el listón de su discografía.
Ian Brown: "My Way".
Ian Brown siempre me ha hecho gracia. Su pose, entre chuleta y simiesca, de estrella venida a menos, le ha puesto siempre salsa al pop británico. Y el tío, a diferencia de John Squire, el otro gran stoneroser, se ha mantenido a un nivel aceptable. Con discos siempre irregulares, pero con canciones que le seguían manteniendo entre los grandes. Y no sé si seré demasiado subjetivo, pero "My Way" me parece lo mejor que ha hecho desde aquel disco glorioso parido en Manchester ya hace 20 años. "For the glory" afila su vena melódica, "Always remember me" la sensible, "Vanity Kills" la sensual, "Own Brain" la energética, "Laugh Now" la orquestal. El despliegue rítmico de "Stellify" convence y la trompeta mexicana de "In The Year 2525" demuestra que a este tío le da igual que el sol salga por Antequera o por Filipinas, y eso está muy bien si las canciones merecen la pena. Y las de "My Way" la merecen. Ian Brown vuelve por sus mejores fueros.
The XX: "xx".
Este cuarteto londinense parece que se ha puesto de moda. Y es curioso, porque es un grupo a priori alejado del estándar de grupo que se mueve detrás de un single exitoso. Pero una vez escuchado -con atención, eso sí- te das cuenta de que el revuelo es merecido. Lo primero es que sorprende es que el grupo lo formen cuatro veinteañeros, porque el sonido y las canciones de The XX tienen una madurez sorprendente, fluyen mecidas por una producción muy cuidada, unas guitarras impolutas y unas voces chico-chica que compendian un resultado elegante y tremendamente compacto. Es un disco sin apenas fisuras de calidad, en donde es difícil destacar canciones por su gran homogeneidad y belleza. "Basic Space" y "Crystalised" han sido las embajadoras del disco en formato single, pero lo podrían haber sido "Islands", "Night Time" o "Infinity" (donde parece que tras la estilosa guitarra vaya a saltar la voz de Chris Isaak en cualquier momento). Un gran debut, sin duda.
Throw Me The Statue: "Creaturesque".
La portada ya me atrajo fijamente: esa piscina es clavada a una que me trae buenos recuerdos infantiles. Y luego, aunque el nombre de esta banda sea complicado, las canciones no lo son. Y se lo agradecemos. Porque Throw Me The Statue bordan en su segundo álbum "Creaturesque" (para la espléndida label Secretly Canadian, hogar musical de Jens Lekman, Windsor For The Derby o Antony & The Johnsons, entre muchos otros) ese rol de virtuosos de la melodía pop que suben el ánimo con un simple chasquido de guitarra y un par de voces bien ensambladas. Primos musicales de The Shins, Built To Spill o Telekinesis!, el grupo de Seattle tiene talento innato para las armonías y los estribillos que contagian y se pegan a tu memoria como un chicle. Así lo demuestran en "Cannibal Rays", "Ancestors", "Waving At The Shore", "Snowshoes" y algunas más en un disco que se convierte en toda una colección de singles potenciales que merecen un hueco al oeste de nuestra estantería, en el lado del puro pop. x Hugo Sogas & Gabi Lombardo
Un amigo de quien hay que fiarse a pie juntillas musicalmente hablando, me invitó a que le diera más oportunidades al "Microcastle" de Deerhunter, lo hice y me siguió sin enganchar del todo. Sin embargo, el segundo disco del proyecto en solitario de su cantante Bradford Cox, llamado Atlas Sound, me parece excepcional. Ya la portada transmite inquietud, una especie de desasosiego basculando entre la pereza y la luminosidad. Y su sonido es tremendamente atractivo. Entre la psicodelia, el pop y las pinceladas de electrónica o shoegaze circulan en este "Logos" la mágica y adictiva "Walkabout", con Noah Lennox de invitado especial (Panda Bear, Animal Collective), la circular e hipnótica "Quick Canal" donde Laetitia Sadier canta una canción que seguro le hubiera gustado que fuera propiedad de Stereolab, la preciosa retroactividad pop de "Shelia" o la fantástica y ensoñadora "Logos", que cierra un álbum que no cansa porque siempre se saca de la chistera un nuevo y lujoso matiz.
The Raveonettes: "In And Out Of Control".
Descubrir el nuevo disco de The Raveonettes un viernes tarde rodeado de unos botellines vaciados con moderada euforia de bienvenida al fin de semana no es la mejor tarjeta de presentación para una escucha objetiva de sus canciones. Pero tampoco hace falta. En cualquier circunstancia menos favorable ya esta pareja danesa me enciende la sangre con esas guitarras entre inocentes y punzantes sacadas de un pasado remoto de furgonetas azules, y esas melodías también ubicadas en no sé sabe bien qué tiempo y lugar pero que tan buen resultado dan en conjunto. El comienzo de "In And Out Of Control" es arrollador con los pelotazos "Bang!", "Gone Forever" y el pop de cielos despejados y coros deliciosos de "Last Dance". Corazones acelerados. Luego viene el tobogán, pero da igual porque nos esperan todavía "Heart Of Stone" y sobre todo ese zarandeo bailable del portentoso estribillo de "Breaking Into Cars". Así son los discos de The Raveonettes, mismo número de canciones extáticas y deslumbrantes que del resto, aunque esta vez la media sube el listón de su discografía.
Ian Brown: "My Way".
Ian Brown siempre me ha hecho gracia. Su pose, entre chuleta y simiesca, de estrella venida a menos, le ha puesto siempre salsa al pop británico. Y el tío, a diferencia de John Squire, el otro gran stoneroser, se ha mantenido a un nivel aceptable. Con discos siempre irregulares, pero con canciones que le seguían manteniendo entre los grandes. Y no sé si seré demasiado subjetivo, pero "My Way" me parece lo mejor que ha hecho desde aquel disco glorioso parido en Manchester ya hace 20 años. "For the glory" afila su vena melódica, "Always remember me" la sensible, "Vanity Kills" la sensual, "Own Brain" la energética, "Laugh Now" la orquestal. El despliegue rítmico de "Stellify" convence y la trompeta mexicana de "In The Year 2525" demuestra que a este tío le da igual que el sol salga por Antequera o por Filipinas, y eso está muy bien si las canciones merecen la pena. Y las de "My Way" la merecen. Ian Brown vuelve por sus mejores fueros.
The XX: "xx".
Este cuarteto londinense parece que se ha puesto de moda. Y es curioso, porque es un grupo a priori alejado del estándar de grupo que se mueve detrás de un single exitoso. Pero una vez escuchado -con atención, eso sí- te das cuenta de que el revuelo es merecido. Lo primero es que sorprende es que el grupo lo formen cuatro veinteañeros, porque el sonido y las canciones de The XX tienen una madurez sorprendente, fluyen mecidas por una producción muy cuidada, unas guitarras impolutas y unas voces chico-chica que compendian un resultado elegante y tremendamente compacto. Es un disco sin apenas fisuras de calidad, en donde es difícil destacar canciones por su gran homogeneidad y belleza. "Basic Space" y "Crystalised" han sido las embajadoras del disco en formato single, pero lo podrían haber sido "Islands", "Night Time" o "Infinity" (donde parece que tras la estilosa guitarra vaya a saltar la voz de Chris Isaak en cualquier momento). Un gran debut, sin duda.
Throw Me The Statue: "Creaturesque".
La portada ya me atrajo fijamente: esa piscina es clavada a una que me trae buenos recuerdos infantiles. Y luego, aunque el nombre de esta banda sea complicado, las canciones no lo son. Y se lo agradecemos. Porque Throw Me The Statue bordan en su segundo álbum "Creaturesque" (para la espléndida label Secretly Canadian, hogar musical de Jens Lekman, Windsor For The Derby o Antony & The Johnsons, entre muchos otros) ese rol de virtuosos de la melodía pop que suben el ánimo con un simple chasquido de guitarra y un par de voces bien ensambladas. Primos musicales de The Shins, Built To Spill o Telekinesis!, el grupo de Seattle tiene talento innato para las armonías y los estribillos que contagian y se pegan a tu memoria como un chicle. Así lo demuestran en "Cannibal Rays", "Ancestors", "Waving At The Shore", "Snowshoes" y algunas más en un disco que se convierte en toda una colección de singles potenciales que merecen un hueco al oeste de nuestra estantería, en el lado del puro pop. x Hugo Sogas & Gabi Lombardo
1 comentario
in the year 2525 del disco de ian brown es una versión de zager & evans aquí: http://www.youtube.com/watch?v=izQB2-Kmiic
y me parece cojonuda
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