26/1/10
Reconozco que hubo un tiempo en que me empache de la obra de Stuart A. Staples y su banda. Se oían en casa sin pausa, a ritmo de cadena de montaje, sin apenas una pausa para ventilar la habitación y que se renovase el aire. Esa obsesión de estar cubierto bajo el albornoz de terciopelo duró hasta “Simply Pleasures”. A partir de ese disco el resto de la obra me pareció redundante. Han pasado diez años de desconexión, interrumpida con alguna visita esporádica al “Donkeys” (recopilatorio de los 3 primeros trabajos para el sello This Way Up) y como siempre que han publicado algo me he acercado hasta “la montaña” de historias que nos ofrecen. Y esta vez vuelvo a encomendarme a su voz y su gusto por la música atemporal para que me guíen durante los primeros días de esta década. He vuelto a sentir la sensación de la primera vez que sonaba “Donkeys”. Esta “montaña” parece un recopilatorio de la banda sin serlo, contiene lo mejor que saben hacer: pasajes instrumentales para películas imaginarias en “Piano Music” y “Hubbard Hills”, soul blanco en “Harmony Around My Table”, baladas a dos voces en “Peanuts”, un cameo de Bowie en “Black Smoke” y relatos fronterizos en “She Rode Me Down”. Hemos recuperado la fe en estos clásicos. x Simón Zico
Este es el octavo disco de estudio de Tindersticks. Cuatro en el siglo XX y otros cuatro en el presente XXI. Y tras un repaso a su discografía queda claro que para el grupo de Nottingham cualquier tiempo pasado fue mejor. Esa pregunta estándar tantas veces repetida para los grupos de larga trayectoria aquí se puede considerar retórica: ¿Quién necesita otro disco de Tindersticks en 2010?. La respuesta es muy fácil: sólo los muy incondicionales de la banda. Porque en "Falling Down A Mountain" poca cosa recuerda al gran grupo que fueron en sus primeros años, como mucho el sentimiento de "She Rode Me Down" y la amable "Harmony Around My Table". El resto, correctos instrumentales que no van más allá de dejar la sensación de que son relleno ("Piano Music", "Hubbard Hills"), una mala versión de sí mismos ("Black Smoke") o intentos por sonar modernos y alternativos, fallidos en ambos sentidos (la inicial "Falling Down A Mountain"). Seguramente en directo, cuando metan estas canciones intercaladas entre sus grandes momentos, que no son pocos, ganen peso, pero así a pelo este "Falling Down A Mountain" efectivamente les hace rodar cuesta abajo por la ladera que seguramente ni otearon desde la alta cima tinderstick pasada. x Matías Galli
Este es el octavo disco de estudio de Tindersticks. Cuatro en el siglo XX y otros cuatro en el presente XXI. Y tras un repaso a su discografía queda claro que para el grupo de Nottingham cualquier tiempo pasado fue mejor. Esa pregunta estándar tantas veces repetida para los grupos de larga trayectoria aquí se puede considerar retórica: ¿Quién necesita otro disco de Tindersticks en 2010?. La respuesta es muy fácil: sólo los muy incondicionales de la banda. Porque en "Falling Down A Mountain" poca cosa recuerda al gran grupo que fueron en sus primeros años, como mucho el sentimiento de "She Rode Me Down" y la amable "Harmony Around My Table". El resto, correctos instrumentales que no van más allá de dejar la sensación de que son relleno ("Piano Music", "Hubbard Hills"), una mala versión de sí mismos ("Black Smoke") o intentos por sonar modernos y alternativos, fallidos en ambos sentidos (la inicial "Falling Down A Mountain"). Seguramente en directo, cuando metan estas canciones intercaladas entre sus grandes momentos, que no son pocos, ganen peso, pero así a pelo este "Falling Down A Mountain" efectivamente les hace rodar cuesta abajo por la ladera que seguramente ni otearon desde la alta cima tinderstick pasada. x Matías Galli
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