3/5/10
En el especial 25 aniversario de la revista Rockdelux, leí lo siguiente: "Hace unos meses, en el diario 'Público', Mauro Entrialgo hacía un chiste sobre "la sensación de abandono existencial que se sufre cuando se acaban todas las temporadas de tu serie favorita" a propósito del final de "The Wire". Más allá de la gracia y del caso concreto, esta tira habla de un temor que empieza a ser compartido entre muchos espectadores: ¿y si ya no hay más series como las que se van terminando?".
Hoy he terminado la serie "Los Soprano". 86 capítulos. Y después de terminar, me parece que el chiste antes mencionado no tiene ninguna gracia. Porque la capacidad adictiva que tiene esta serie (que también sufrí con la citada "The Wire", de la que me reservo la 5ª temporada para degustarla con tranquilidad) es inmensa, y el pensar en que después de varios meses familiarizado con la enorme presencia física del actor James Gandolfini -que no es nada en comparación con la fascinante huella que deja con su interpretación de Tony Soprano-, con pegadizos apellidos italianos (Gualtieri, Cifaretto, Baccalieri, Sacrimoni, Lupertazzi, Aprile, Blundetto, Moltisanti, Bonpensiero), con pasta de dinero y pasta de comida por doquier, con disparos a quemarropa, con ajustes de cuentas, traiciones y demás tópicos de la mafia italoamericana -que ya llevabas muy dentro desde "El Padrino", "Uno de los nuestros", "Los Intocables, "Muerte entre las flores, "Érase una vez en América" y demás obras maestras del cine de este estilo-, pensar, digo, que ya no hay más, é finita, chiuso, es triste.
Para suavizar la pérdida, y el vacío posterior, fue buena idea ir leyendo el libro "Los Soprano Forever. Antimanual de una serie de culto", editado con bonito diseño por Errata Naturae, en donde varios autores "(Noël Carroll, Fernando Castro Flórez, Ignacio Castro Rey, Iván de los Ríos, Rodrigo Fresán, Peter H. Hare, Kevin L. Stoehr y Fernando R. Lapuente) analizan todos los aspectos filosóficos y psicológicos que los guiones de esta irrepetible serie dejan entrever, como algunos de los enumerados en su contraportada, es decir, nuestra simpatía por el diablo (¿cómo podemos sentirnos tan cerca de la admiración e incluso el cariño con un personaje tan sumamente reprobable en todos los sentidos como Tony Soprano?), dios, la familia, el sexo, el nihilismo, el bienestar infeliz, la nostalgia de los buenos tiempos, la soledad multitudinaria, el bien y el mal, etc. etc.
Un bonito refugio de color rojo para que el adiós a Los Soprano no sea tan duro. x Gabi Lombardo
Hoy he terminado la serie "Los Soprano". 86 capítulos. Y después de terminar, me parece que el chiste antes mencionado no tiene ninguna gracia. Porque la capacidad adictiva que tiene esta serie (que también sufrí con la citada "The Wire", de la que me reservo la 5ª temporada para degustarla con tranquilidad) es inmensa, y el pensar en que después de varios meses familiarizado con la enorme presencia física del actor James Gandolfini -que no es nada en comparación con la fascinante huella que deja con su interpretación de Tony Soprano-, con pegadizos apellidos italianos (Gualtieri, Cifaretto, Baccalieri, Sacrimoni, Lupertazzi, Aprile, Blundetto, Moltisanti, Bonpensiero), con pasta de dinero y pasta de comida por doquier, con disparos a quemarropa, con ajustes de cuentas, traiciones y demás tópicos de la mafia italoamericana -que ya llevabas muy dentro desde "El Padrino", "Uno de los nuestros", "Los Intocables, "Muerte entre las flores, "Érase una vez en América" y demás obras maestras del cine de este estilo-, pensar, digo, que ya no hay más, é finita, chiuso, es triste.
Para suavizar la pérdida, y el vacío posterior, fue buena idea ir leyendo el libro "Los Soprano Forever. Antimanual de una serie de culto", editado con bonito diseño por Errata Naturae, en donde varios autores "(Noël Carroll, Fernando Castro Flórez, Ignacio Castro Rey, Iván de los Ríos, Rodrigo Fresán, Peter H. Hare, Kevin L. Stoehr y Fernando R. Lapuente) analizan todos los aspectos filosóficos y psicológicos que los guiones de esta irrepetible serie dejan entrever, como algunos de los enumerados en su contraportada, es decir, nuestra simpatía por el diablo (¿cómo podemos sentirnos tan cerca de la admiración e incluso el cariño con un personaje tan sumamente reprobable en todos los sentidos como Tony Soprano?), dios, la familia, el sexo, el nihilismo, el bienestar infeliz, la nostalgia de los buenos tiempos, la soledad multitudinaria, el bien y el mal, etc. etc.
Un bonito refugio de color rojo para que el adiós a Los Soprano no sea tan duro. x Gabi Lombardo
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