Low Cost, fast food, young blood 3ª parte

27/7/10

Así que el sábado, que a priori era peor día que el viernes, acabó quedando igual o mejor, por lo pronto con menos estrés. El día empezó nublado, así que adiós a nuestras esperanzas de tomar un baño de sol y mar en la famosa playa de Levante. Tampoco nos hubiera dado tiempo, la verdad, porque no madrugamos precisamente, tan sólo el abajo firmante bajó, en estado catatónico, a tomar el desayuno del hotel, más malo que arrancao, masificado como corresponde a cualquier cosa que suceda en Benidorm y con niños desmadrados e incontrolados rompiendo platos y tirando comida al suelo como en locura colectiva.

El consuelo bien podía ser la promesa de una buena paella de esas que tanta fama tienen en esta comunidad autónoma. Pero en un arranque de intuición que resultó fatal, mi compañero de aventura decidió que un arroz caldoso con almejas y gambas podría ser la combinación ganadora. En mala hora. Cuando llegó el pálido alimento, que pareció más bien el famoso postre conocido como arroz con leche, supimos que la promesa gastronómica se iba al traste: el citado arroz podría haber servido perfectamente como masilla o incluso cemento para enladrillar un buen muro de casa labriega. Posteriormente hubo que regar la hormigonera del estómago con un digestivo gin tonic, y la cosa empezó a remontar. Compra de provisiones para la larga noche (líquidas únicamente, en aquel momento parecía que no volveríamos a tener hambre hasta pasada una semana), ducha y peregrinaje hacia el corazón de Benidorm a abordar la segunda jornada, no sin antes dejar de visitar la recomendación expresa que nos facilitó Simón Zico: el Mariano’s, fast food de la buena, abierto 24 horas, 364 días al año (no vayáis el día de Navidad).

Los grupos pequeños de este festival me temo que eran demasiado pequeños, así que Lori Meyers fue la opción fácil, y segura: triunfaron sin ninguna clase de paliativos. Se nota que son un grupo de currantes, mimando cada canción, ya llevan unos años sacando discos con lo que consiguen un repertorio bastante lustroso. Estuvieron impecables con ese sabor que dejan entre Los Planetas accesibles de sus principios y una clara admiración por los Beatles. Bueno, el caso es que fue uno de esos conciertos inspirados y sorprendentemente enérgicos y arrolladores que revalorizó completamente la visión que teníamos de los granadinos. Perfectos.


Polock eran la banda que tenía subrayada en mi programa plastificado, pero el peregrinaje a la vista y la escasez de tiempo era tal que se convirtieron en un nuevo abandono. Lo mismo que Iván Ferreiro, que me apetecía mucho menos. Así que a prepararse para el apretujón indiscriminado para ver por enésima vez a Placebo. Es curioso, después de verles varias veces en su formato de trío, ayer salieron en el de sexteto nada menos. Y se nota mucho. Un Stefan Olsdal sin un gramo de grasa (de otro tipo de gramos no sé cómo andará) acompañando a la guitarra a Brian Molko, un bajista, teclista, violinista, batería… se nota que han ganado pasta y se han convertido en una banda muy profesional con la maquinaria pesada funcionando a pleno rendimiento. El éxito de Placebo a mi modo de ver tiene mucho mérito, porque ninguno de los 6 elepés que han sacado en sus 14 años de historia han sido grandes discos. No. Todos han mantenido una línea bastante homogénea y poco sorprendente en cuanto a su sonido, pero todos han contenido una media de 3-4 canciones-singles que les han llevado allí arriba donde ahora se encuentran en el pop británico. Su mezcla de oscuridad nirvanera (como ellos, revisitaron el "All Apologies" de Bowie), toques electrónicos depechemodianos y guitarras puntiagudas y aceleradas pregrunge, aderezadas con la peculiar imagen y voz de su vocalista, podrían explicar su regularidad en ventas y su gran base de fans. Bueno, el caso es que, como sucedió ayer, si se dedican a mostrar su grandes éxitos en directo, la contundencia que demuestran noquea a cualquiera que tenga un mínimo interés por ellos. Nota alta.


Más pérdidas del sábado. The Right Ons, Adam Green y 1990s. Las piernas empezaban a fallar y buscamos la reactivación bailable y energética de Vive La Féte. Hay que echárselos al cuerpo. Tres neogóticos con imagen a lo Robert Smith, uno de ellos orondo como barril con pelo fregona, y una front woman de imagen espectacular y sexymbólica (diría que es como la Pris que encarnó Daryl Hanna en “Blade Runner” con el triple de curvas vertiginosas en su cuerpo y también algunos años más), los cuatro desplegando un arsenal de electro cañero con presencia testimonial de cuerdas y voz. Una pedregada tecno que en otro momento no sé, pero que en un festival como éste y una hora como ésta, vino que ni pintado.

Con la sensación positiva de seguir todavía “en el ajo” (la media de edad quedó lejísimos de la de nuestro carnet de identidad) y también agridulce de haber presenciado un festival a gran distancia de los que presenciamos a principios de década en el FIB y Primavera Sound, aposentamos nuestros huesos maltrechos en la grada del coso taurino viendo cómo el dj Jeff Automatic musicaba nuestra despedida (¿definitiva?... quién lo sabe) del último festival en nuestras piernas a ritmo muy bien remezclado de canciones de MGMT y Cut Copy.

El tiempo pasa a velocidad de vértigo. No es una buena frase para acabar este artículo pero es la que hay, la que ahoga, ordena y manda. Y la lucha cada vez es más difícil. Cuando perdamos la batalla, que sea, eso sí, con la petaca en el bolsillo y la música atronando en derredor. x Flashboy

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