Atropello Encuentros (41)

4/12/10

'Con la ayuda de dios encontraré el amor / que ya perdí una vez, siendo muy joven yo / siendo tan joven yo, cuando ella me atropelló' (Joaquín Pascual).

Un día de furia no. Un día de lluvia. Para el de furia hace falta desplegar mucha energía que hoy por hoy no tengo. Y la lluvia además aplaca muchas energías, aunque encienda también otras muchas, como importunar desde primera hora de la mañana. Por favor, que el día no empiece con el comentario de alguien en los informativos acerca de lo buena que es la lluvia para el campo, porque no ha dejado de llover en todo el invierno y los pantanos ya se salen de sus propias orillas.

Sí empieza el día, en cambio, con la primera baldosa rota nada más pisar la calle, que hace que el torpe pie derecho anegue (verbo horrible que se ha puesto muy de moda) al izquierdo, aunque la víctima todavía no sea sandalia veraniega. Como el trayecto a realizar no es muy largo, aunque llevo paraguas decido no desplegarlo, pero claro, en el primer alerón de tejado me cae una gota helada del tamaño de una canica en pleno cogote, así que abro el mini artilugio protector de todo a 60 céntimos con la misma varilla rota de hace cinco años.

La situación más curiosa, sin embargo, sucede ya cerca de mi destino. Se aproxima un estrecho soportal de unos 50 metros de longitud, y un extraño desasosiego me invade: si mantengo el paraguas abierto bajo techado la situación es bastante ridícula a ojos del resto de transeúntes, -a no ser que hubiera grandes goteras- y tan ridícula como cerrarlo para volverlo a abrir dentro de 15 segundos. Mientras voy escuchando mi canción favorita del disco de Joaquín Pascual, “Ella me atropelló”, con ese crescendo genial al final de la canción, decido mantener el paraguas abierto en el porche, que es más largo de lo que parecía, y a mitad de camino y sin verla venir porque llevo el invento pegado a la cabeza, ella se para y me dice un ‘Hola’ con una risita sospechosa. Nos paramos a hablar. Estoy nervioso y se me nota, y solo cuando nos vamos a despedir me doy cuenta de que casi le meto la varilla metálica varias veces en el ojo. Se ríe más, nos despedimos, cierro mi paraguas y me voy calando hasta los huesos el resto del camino al trabajo. x Laminé Román

0 comentarios: