Delicias retro activas

6/8/11

Pues yo estoy encantado. Contento de esta pequeña avalancha, en los últimos tiempos, de una especie de revival shoegazer de los 90, del sonido oscuro del pop de mediados de los 80, y de esa especie de surf lo fi que fija su vista en los 60. No me importa nada que se repitan esquemas cuando me llega esa aluvión de sonido de guitarras y, entre ellas, como en estado de ensoñación, melodías que me pueden hacer flotar más que un globo de helio. Así que cada vez que llega un grupo que bebe de esas fuentes, no puedo evitar entregarme a él. Aquí hay tres ejemplos de grupos americanos con más o menos profundidad retroactiva. x Matías Galli

Moonbeams: “The daisy chain”. De San Diego, California. Los más puros del lote sección shoegazer. Guitarras cayendo a plomo pero más bien al ralentí, con un sonido suspendido por alambres eléctricos instalados en un enchufe de emoción nostálgica. Entregados a las atmósferas hipnóticas clásicas del género, a veces parecen los Raveonettes baladeros (“Oh Anna”), otras aquellos gloriosos Vitesse minimalistas (“Sundays”), por momentos recuerdan a Slowdive (“Shadows”), en alguna ocasión a los primeros Boo Radleys, y cuando afilan cuchillos y voces celestes se emparentan con la escena más actual (“Forever”). Para los amantes del género, “The daisy chain” es muy bueno.

The Vera Violets: “In between fires”. De Tampa, Florida. A los Vera Violets les gusta tocar varios palos. Y eso revierte en que “In between fires” sea un disco de lo más entretenido que va tirando hacia varios puntos cardinales. “Let the silence end” contiene un punteo que es puro homenaje a Joy Division, pero luego la canción se entrega a un pop preciosista de kilates, y hasta se palpan toques glam en la entonación de la voz. En fin, un temazo. En “All the way” atacan con acústicas y espíritu ochentero, como unos The Church con talento indie. “First to last” hace dudar que aquí haya nada de shoegazer para incluirlos en este grupo, pues sigue la línea amable y elegante del tema anterior. “It’s all in your head” es otra gran canción que mantiene el listón del álbum bien arriba. El cambio viene de la mano de “My love”. Guitarras sucias, voces cavernosas y shoegaze anguloso y oscuro, pesado y sin aristas. “Rain” es puro nervio rock, como unos Clash con camisas de colores made in Florida. Y el disco finaliza con “External factors”, voz de ultratumba y cuerdas Cure, los Chameleons de negro riguroso, y “Down tonight”, a lo The Mission, confirmando que el disco se balancea con talento entre el pop más oscuro de los ochenta y unas claraboyas de luz aperturista.

Kids On A Crime Spree: “We love you so bad”. De Oackland, California. Mario Hernández es el creador de esta banda, tras su proyecto Bubblegum to Sky. Los Kids son divertidos y no esconden sus gustos. Aquí sí, aquí si los hermanos Reid extienden su influencia, como demuestran en la inaugural “I Don't Want To Call You Baby, Baby”, pero Hernández combina muy bien ese sonido con el otro sonido de moda de hoy, el surfero lo fi de los 60. Y así le salen gozadas como “Trumpets of death”, pegadiza hasta el fondo, de esas que enganchan y enamoran a la primera sin saber muy bien dónde está el misterio de algo tan aparentemente sencillo y recurrente. El disco tiene solo ocho canciones, suficiente porque tiene cosas como “Dead ripe”, que es pop de ese que traza una línea entre el corazón y la cabeza, y te tiene pillado a medio camino entre ambos. Una pequeña delicatesen. “It’s in my blood” es una frase que no dudamos que es cierta, pues en su sangre están esas guitarras enmarañadas y un ritmo sudoroso. “To mess with dynamite” es como si los Mary Chain se hubieran pasado por la movida madrileña del sonido más suciete y atractivo. Están en Slumberland Records, uno de los valores seguros y más atractivos de hoy en día.