James vs. Primal Scream: sobrevivir 30 años después Postales desde el asilo (65)

5/4/16


Bobby Gillespie: 53 años.
Primal Scream han publicado este año "Chaosmosis". 

Si hay que hablar de artistas irregulares, otro grupo clave es Primal Scream. Irregulares, pero también arriesgados y nunca aburridos. Sus dos discos más reconocidos, "Screamadelica" (1991) y "Exterminator" (2000) se parecen como un huevo a una castaña. No digamos su debut "Sonic flower groove", puro pop, a "Give out, but don't give up" (1994), rockero de patilla. En el resto de sus discos, casi nada es lo que parece y cada canción no es hermana de su vecina de planta. No hay ningún disco excelso en los cinco que llevan en el siglo XXI, pero tampoco disco sin interés. "Chaosmosis" (han tenido mejores títulos y mejores portadas) vuelve a ser una colección heterógenea de momentos de variado pelaje, lo que hacen un disco de alto valor cuando aciertan, y aciertan varias veces. Como en "(Feeling Like A) Demon Again" con su ritmo sensual y sus sonidos centelleantes. O como "Autumn in paradise", que cierra el álbum con una de sus mejores canciones pop en mucho tiempo, con cierto regusto New Order. Como "100% or nothing" y "Golden rope", con esos coros tan reconocibles y un sonido potente con el que siempre arrasan en directo. O como el single con Sky Ferreira al micrófono, "When the lights get in", un gran anzuelo para un "Chaosmosis" muy Primal Scream: versátil y selvático.


Tim Booth: 56 años. Jim Glennie: 52 años. Larry Gott: 58 años.
James acaban de publicar "Girl at the End of the World"

No recuerdo un disco peor de James nunca. Y creo que los he escuchado todos (14). También es verdad que mi memoria no es un activo en el que depositar excesiva confianza. Pero tras la primera época del grupo, que podríamos datar entre 1982 y 2001, la vuelta de James en 2008 ha traído cinco discos marca de su casa de siempre, trabajos con altibajos acusados, pero siempre con un puñado de canciones excelentes que les han hecho mantenerse muy alto en el mundo de la música durante treinta años, algo evidentemente al alcance de muy pocos. En "Girl at the End of the World" ese puñado se reduce a dos básicamente: la canción que da título al álbum y que curiosamente la cierra, uno de esos himnos emocionantes que ellos bordan, y si acaso "Feet of clay", un agradable medio tiempo donde lucen voz e instrumentos en una canción que se hace querer si le haces caso. En este disco James han dado demasiado importancia al ropaje de las canciones en detrimento de la esencia de su estilo, que encima han querido hacer sonar muy moderno, y no han estado afortunados. Quizá se han cansado de hacer lo de siempre, pero este experimento les ha salido batracio. x Fernando SoYoung

   

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