31/7/17
The XX es uno de los grupos de los que más se ha hablado en los últimos años y en este 2017. Con razón. Su disco "I see you" es elegante, sedoso y embriagador. Mantiene la esencia intimista que ha caracterizado al grupo desde sus comienzos y le añade unas pinceladas de pop altamente cautivador y sensible. Inútil destacar canciones: el 80% del disco es fabuloso. No se agotan los adjetivos.
Son de Indonesia, y les gusta (intuyo) The Radio Dept. Inmejorables razones para dejarse empapar del debut de Secret Meadow, el breve "Same old fear" y mecerse en la ola ensoñadora de las estupendas "Followed by the voice", "Endlings" o "Water in the flowing river". Melodías y guitarras para el goce embelesado de todos los amantes del indie-shoegaze-twee-dreampop.
Gracias al impacto del "particular" carisma de Samuel T. Herring, Future Islands han cogido una carrerilla y un impacto mediático importante en ambos lados del océano. Lo tenían difícil tras el gran "Singles", pero su nuevo "The far field", aun sin contar con un hit claro de cabecera, es una colección impecable de canciones repletas de sugerentes teclados con la marca inconfundible del grupo.
No es casualidad que abriera para Blonde Redhead en su gira del año pasado. Jackson Phillips llama a su proyecto personal Day Wave, y su debut largo "The days we had" es un sorprendente ejercicio de madurez y talento combinados en unas canciones irrebatibles de pop centelleante, repletas de magníficos estribillos eufóricos o nostálgicos, pero siempre suculentos e intensos.
El de Cigarettes After Sex era, para muchos entre los que me cuento, el disco más deseado del año. Y llegó. Y venció por anestesia paralizante. "Apocalypse" nos enganchó definitivamente a una forma de entender el pop como solo grandes como Galaxie 500, Mazzy Star y Beach House lo habían hecho antes: con dardos impregnados de dulce veneno inoculado en canciones de lentitud inquebrantable, de belleza insólita e intrigante. Canciones como "K.", "Each time you fall in love", "Sweet", "Truly", "Young & dumb" te sumergen en un denso océano de emociones al ralentí que se condensa en la singular voz de Greg González y se sostiene en unas guitarras suspendidas en el tiempo y el espacio clavándose donde más duele y más enamora. "Cigarettes after sex" (el disco) es un universo en sí mismo del que es muy difícil salir. Salir, y hacerlo indemne, es tarea imposible.
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