1/2/09
Realmente no sé muy bien por qué Andrew Bird me tiene tan atrapado en sus canciones. Me refiero a por qué él y no otros que, supuestamente, están por delante suyo en esto de los solistas compositores de pop.
Con "Weather Systems" (2003) y "The Mysterious Production Of Eggs" (2005) ya lanzó unos cuantos avisos de que su música tenía ese "algo más" que hace que no pases de largo de sus canciones. Y con "Armchair Apocrypha" (2007) se hizo definitivamente grande. Fue un gran disco sin resbalones y con muchos momentos emotivamente memorables.
"Noble Beast" sigue la estela de su predecesor con minuciosidad admirable. Comienza de la mejor manera posible: "Oh No" y de nuevo esos silbidos únicos que tanto nos gusta reconocer en los discos de Andrew Bird. Canción invernal. No. Otoñal. Tampoco. ¿Primaveral?. Más bien atemporal. En "Masterswarm" entran en escena los violines, y en "Fitz & Dizzyspells" la cosa coge carrerilla para llegar tras el bosque al verde valle que es "Effigy" (fake conversations on a nonexistent telephone / like the words of a man who's spent a little too much time alone) haciendo que se acumule la nostalgia de un recuerdo tan sólo borroso. Con "Tenousness", el pájaro vuelve a la senda limpia de maleza que conduce al bosque mágico donde está más a gusto: el folk cristalino de instrumentos jugando al escondite.
La segunda parte del álbum, iniciada por la cadenciosa "Not A Robot, But A Ghost" se adentra en otras aguas, más cálidas, y se coloca junto con la canción inicial entre lo mejor del disco gracias a su construcción bizarra y a su ritmo adherente. "Anonanimal" es pura esencia del de Chicago: se nota, para bien, que ha pasado mucho tiempo en el campo campero. Da rienda suelta a una imaginación inquieta, y los violines, mientras tanto, no paran de amenizar. Una canción de ida y vuelta, revuelta y bonita. 'Cause I, I don't want your life insurance / Home, motto, health, flood and fire insurance / Oh, just make, please make this basic inference / And speak of me in the present tense. Son palabras de "The Privateers", el verdadero diamante de "Noble Beast".
Demasiadas palabras para un disco tan sencillo, por lo menos para los que ya conozcan a Andrew Bird. Nada nuevo, todo bueno. Y aún siendo un gran álbum, quizá tenga algo menos de frescura que su anterior "Armchair Aprocrypha". Así que, después de otro disco más, todavía sigo sin entender qué es lo que me hipnotiza de Andrew Bird. Serán los silbidos que llenan sus discos, a lo flautista de Hamelin. x F. Andén
Con "Weather Systems" (2003) y "The Mysterious Production Of Eggs" (2005) ya lanzó unos cuantos avisos de que su música tenía ese "algo más" que hace que no pases de largo de sus canciones. Y con "Armchair Apocrypha" (2007) se hizo definitivamente grande. Fue un gran disco sin resbalones y con muchos momentos emotivamente memorables.
"Noble Beast" sigue la estela de su predecesor con minuciosidad admirable. Comienza de la mejor manera posible: "Oh No" y de nuevo esos silbidos únicos que tanto nos gusta reconocer en los discos de Andrew Bird. Canción invernal. No. Otoñal. Tampoco. ¿Primaveral?. Más bien atemporal. En "Masterswarm" entran en escena los violines, y en "Fitz & Dizzyspells" la cosa coge carrerilla para llegar tras el bosque al verde valle que es "Effigy" (fake conversations on a nonexistent telephone / like the words of a man who's spent a little too much time alone) haciendo que se acumule la nostalgia de un recuerdo tan sólo borroso. Con "Tenousness", el pájaro vuelve a la senda limpia de maleza que conduce al bosque mágico donde está más a gusto: el folk cristalino de instrumentos jugando al escondite.
La segunda parte del álbum, iniciada por la cadenciosa "Not A Robot, But A Ghost" se adentra en otras aguas, más cálidas, y se coloca junto con la canción inicial entre lo mejor del disco gracias a su construcción bizarra y a su ritmo adherente. "Anonanimal" es pura esencia del de Chicago: se nota, para bien, que ha pasado mucho tiempo en el campo campero. Da rienda suelta a una imaginación inquieta, y los violines, mientras tanto, no paran de amenizar. Una canción de ida y vuelta, revuelta y bonita. 'Cause I, I don't want your life insurance / Home, motto, health, flood and fire insurance / Oh, just make, please make this basic inference / And speak of me in the present tense. Son palabras de "The Privateers", el verdadero diamante de "Noble Beast".
Demasiadas palabras para un disco tan sencillo, por lo menos para los que ya conozcan a Andrew Bird. Nada nuevo, todo bueno. Y aún siendo un gran álbum, quizá tenga algo menos de frescura que su anterior "Armchair Aprocrypha". Así que, después de otro disco más, todavía sigo sin entender qué es lo que me hipnotiza de Andrew Bird. Serán los silbidos que llenan sus discos, a lo flautista de Hamelin. x F. Andén
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