15/5/09
Elige Tom Hanks. Elige Kevin Costner. Elige Whitney Houston ululando que siempre te amará. Elige Macarenas, Camelas y camelos de temporada. Elige el rancio hedor de la parroquia apoltronada en el plató de "Compresa Compresa". Elige el concierto que llevas esperando un año siempre en otro lugar. Elige la gesticulante ridiculez de las series americanas y las fotocopias apolilladas de TVE. Elige un programa interesante e intenta descodificarlo o mejor te tomas dos litros de café y aguantas hasta las cuatro de la mañana. Elige un trabajo incierto y recopila datos para una enciclopedia sobre la estupidez. Elige la última hornada de pesadillas cotidianas como encontrarte en el Casco Viejo rodeada de garrulos y preguntarte un sábado por la noche qué coño pinta esto en tu vida. Y entonces comprendes que el vertedero te tiene acorralada casi, casi, casi por todas partes. Yo elegí no elegir nada. Hasta que apareció el joven Mark Renton en la pantalla y me obligó a elegir "Trainspotting". Siempre quedan pequeñas rendijas por las que respirar, pero ver esta película ha sido como abrir de par en par los balcones al cierzo. Un guión desenfadado e impactante, una propuesta atractiva y desenvuelta a la que, incomprensiblemente, el boca a boca tacha de "fuerte, violenta y 'de drogadictos'", lo que supone despojar a esta obra de todo el entramado artístico que la sostiene, por no insistir en la frescura, vitalidad y humor que desborda en la mayor parte de las secuencias. Humor amargo en algunas ocasiones, pero eso es todo. Lo justo para corroerte la carcajada momentos antes de que la azafata enlatada te recuerde que eres un guarro mientras intentas asimilar la última sonrisa de Ewan McGregor. Pero que no me vengan ahora con sensiblerías absurdas atacando a un film singularmente joven y europeo, que ya estamos todos demasiado curtidos como espectadores de las más variadas barbaridades. Ya entrando en materia y puesto que, inevitablemente, las obras de un mismo autor van heredando diversos elementos una tras otra, Danny Boyle no iba a ser la excepción. Y así, lo que en la rescatada “Shallow Grave” eran simples esbozos (el muñeco gateador, los monólogos que enmarcan el film, el lado más borde de la gente, los siniestros contraescenarios, las peripecias que conlleva salir por la vía más fácil...) en su siguiente trabajo ha llegado a esculpir grandes momentos. Pero esta vez el acierto del director se debe, además, a la perfecta armonía conseguida entre música e imágenes, revolviéndonos los sentidos con el peculiar caleidoscopio de ritmos y matices que, a fin de cuentas, es lo que la película se propone. Una estética fulminante, totalmente absorbida ya por la publicidad y el cine español: una música que, más que añadida, parece haber sido compuesta por encargo, tal es el realce que aporta a las escenas. Imposible pensar en la sobredosis de Renton sin la voz de Lou Reed velándole con su “Perfect Day”, poco más o menos lo que sucede cuando suena “Born Slippy” de Underworld, “2:1” de Elastica, “Trainspotting” de Primal Scream, New Order, Pulp, Iggy Pop, Blur, Sleeper... e incluso la cancioncilla entonada malamente por el perjudicado Spud, recogida en los créditos finales junto a los demás. Si Irvine Welsh supo enriquecer un tema más que manido con los personajes de Sick Boy, Spud Murphy, Begbie y Mark Renton a la cabeza de este colectivo cutre y majete, a Boyle debemos agradecer su confianza en el actor Ewan McGregor, sin olvidar a los entrañables Ewen Bremner y Jonny Lee Miller. x Asun No (So Young #10, diciembre 1996).
0 comentarios:
Publica un comentario