10/12/16
Hay ocasiones en que me cuesta entender el cine del Lejano Oriente. Sus costumbres, sus diálogos, sus gestos, sus tramas. Me pasó hace poco con "Viva el amor" (1994) del taiwanés Tsai Ming-liang. No entendí nada, y lo poco que entendí no me decía gran cosa. También me deja frío, a veces, alguna película bienintencionada japonesa que llega aquí multipremiada.
Es algo que no me ha pasado con la también taiwanesa "Yi Yi" (2000) de Edward Yang. En esta absorbente película de 173 minutos todos los sentimientos son universales, todas las situaciones son reconocibles a pesar de las distancias físicas y químicas, y temas como el amor, la soledad, la rutina, los sueños, la familia, el dinero, la nostalgia o la incomunicación alcanzan en ocasiones cotas de lucidez incuestionable, como esta conversación entre la desconsolada Min Min, que tiene en su casa a su madre anciana en coma, y su marido NJ:
Min Min: "No tengo nada que decirle a mi madre. Le cuento las mismas cosas todos los días, lo que hice por la mañana, por la tarde, al anochecer... y solo me lleva un minuto. No puedo soportarlo... tengo tan poco. ¿Cómo puede ser tan poco? ¡Vivo en un vacío! Un día tras otro... Soy como una tonta. ¿Qué estoy haciendo todos los días? Si un día acabase como ella..."
NJ: "Le pediré a la enfermera que le lea el periódico, así ella tendrá algo nuevo que escuchar, ¿de acuerdo?"
O esta otra entre NJ cuando se reencuentra muchos años después con su primer amor juvenil:
- Mira, esto se parece al cruce que había cerca de nuestra escuela.
- Ahora ya no está. La primera vez que cogí tu mano estábamos en un paso a nivel, de camino al cine. Te cogí la mano, avergonzado por lo sudorosa que estaba. Ahora estoy cogiendo tu mano otra vez. Es solo un lugar diferente, un momento diferente, una edad diferente...
- Pero la misma mano sudorosa.
O esta conversación entre Ting-Ting, hija adolescente de NJ, en su primera cita con un chico:
- ¿Te ha gustado la película?
- Un poco demasiado seria.
- ¿Prefieres las comedias?
- No es eso, pero no tenía por qué ser tan triste.
- La vida es una mezcla de cosas tristes y alegres. Y las películas son como la vida, por eso nos encantan.
- Entonces ¿quién necesita las películas? ¡En lugar de eso vive la vida!
- Mi tío dice que vivimos tres veces más desde que el hombre inventó las películas.
- ¿Cómo puede ser eso?
- Pues que las películas nos dan mucho más de lo que nos da la vida diaria.
O como otras muchas conversaciones sin desperdicio que pueblan esta extraordinaria película. x A. Hurtado
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