18/3/17
"Con respecto a sus conversaciones, se han acostumbrado a que sean breves y prácticas. Liberados de la necesidad de contárselo todo a todas horas, cada uno administra sus reflexiones y vivencias que, sin llegar a la categoría de secreto, conforman sus respectivas intimidades. Lo que marca la evolución de una pareja -de una pareja consolidada, se entiende, no de aquellas que desertan al primer contratiempo o que se contentan con el espejismo de la doble vida- es cuando desaparece una única intimidad y, unidas por un interés común, cohabitan dos indepedientes. Entonces los comentarios que se intercambian ya no pueden ser románticos. "Ya no queda Mistol" o "Tendrías que llamar para cambiar la hora del dentista" son frases sin demasiado encanto pero fundamentales para la supervivencia".
"Si le quedaran fuerzas, al hombre le gustaría negociar con la muerte y regalarle todo el amor que tiene a cambio de vivir un poco más. Aunque sea sin amor".
"Debería existir un simulador para preparar el momento de la decepción definitiva. Del mismo modo que antes de una misión los cosmonautas ensayan en piscinas que reproducen las condiciones de ingravidez espacial, las parejas tendrían que someterse a simulacros para aprender a enfrentarse a emociones tan brutales como el final del amor".
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