27/4/17
No sé si es solo una percepción mía, pero siempre he creído que el prestigio de Slowdive ha venido más con posterioridad a los años en que publicó sus discos. Como los muertos a los que se agasaja con multitud de honores una vez que ya no están, el grupo de Neil Halstead, Rachel Goswell y compañía se toma hoy como máximo exponente e incluso grupo fundador del shoegaze (y su derivado dreampop). Pero en su época de actividad (1991-1995, tres discos) no alcanzaron gran notoriedad, al menos en las listas, quizá algo eclipsados por la moda grunge del momento y la ola britpop que se avecinaba. Solo dejaron una canción, "When the sun hits", que hoy podamos considerar un himno del shoegaze, aunque en su día no llegara a tanta consideración.
Hoy, en 2017, aquel muerto agasajado está muy vivo y Slowdive anuncian nuevo disco veintidós años después. Y la expectación ha sido enorme y creciente. Durante los últimos tiempos se ha ido hablando de ellos a causa de su reunión, y su nombre ha circulado de aquí a allá por todas las revistas e internet. ¿Volverían al nivel de antaño o caerían en la autocomplacencia desustanciada de tantos regresos interesados en reverdecer viejos laureles -o cuentas corrientes-?
El disco, titulado de forma homónima, ha resuelto las dudas. Slowdive han editado un álbum casi perfecto, ocho canciones en donde tocan techo volviendo por sus mejores fueros (los de la citada "When the sun hits", es decir, shoegaze ensoñador, etéreo, emocionante) en canciones como "Slomo", en donde las guitarras son puro y perfecto cristal diamantino para situarse en elevado estado de flotación mental, y en "No longer making time", en donde el grupo despliega la auténtica y mejor esencia de lo que son -y de lo que fueron-: melancolía empapada en unas guitarras fluyendo en suave y a la vez paralizante catarata de emoción: una auténtica obra de arte del género shoegaze-dreampop.
El grupo también brilla sobremanera en la arrolladora "Star roving", con un sonido mucho más impetuoso y sacamúsculo de lo habitual; en "Don't know why" y "Everyone knows", en donde nos remiten a otros maestros del género, Cocteau Twins, de una forma exquisita y nostálgica, y en "Sugar for the pill", una canción de ritmo pausado en donde la melodía y la voz mandan sobre las guitarras.
Quizá las dos últimas canciones del disco, -y no me lo parece porque estuviera cansado de escucharles, ni mucho menos-, "Go get it" y "Falling ashes", es donde bajan un poco el nivel, pero porque realmente seguir haciendo canciones a esa estratosférica cota se antoja verdaderamente complicado.
El de Slowdive es uno de los regresos de larga distancia más impecables que yo haya conocido (y no han sido pocos ya). Maravillosos. x Fernando SoYoung
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