9/9/19
"Camilo Sesto: el ocaso de un mito", de Ignacio Hangar, fue publicado en So Young #13, en marzo de 1998.
Sí, sí, amable lector, no ha leído mal, se
trata de Camilo Sesto. ¿Que qué leches hace
Camilo Sesto en un fanzine como éste? No lo sé.
La respuesta habría que buscarla en la
inextricable materia gris que rige a nuestro insigne superintendente. El que suscribe, que no sabe si
es por estar al cabo de la actualidad, por ampliar
las fronteras de nuestra publicación o vaya usted a
saber, sólo se va a limitar a cumplir con lo
encomendado, porque en realidad, uno es fan de
Camilo de toda la vida.
Y el caso es que el hombrecico acaba
de lanzar un disco de recopilación al mercado y
parece que se ha vuelto a poner de moda. Ya no
tanto por el hecho en sí de que saque un disco
después de tanto tiempo, algo que hacen todos
para sacar pasta y si es cerca de la Navidad mejor
que mejor, sino porque la promoción le ha llevado
a salir hasta en la sopa en los medios y estos se
han encargado de mostrarnos, sin tapujos, la
patética imagen que se gasta hoy en día el otrora
ídolo de las féminas. Porque lo que he escrito
antes, aludiéndolo como hombrecico, ha sido un
auténtico eufemismo dada la auténtica gravedad
del asunto. Alguien, con acierto, señalaba que se
parecía a Ken, el novio de la Barbie. Aunque, en
realidad, uno no sabe bien a qué se puede
parecer, con su rostro estirado a más no poder, su
superpeluca, su fragilidad extrema y para rematar,
su inconexa y deslabazada retórica.
Parafraseando a otro compañero de
páginas, lo primero que viene a la cabeza es decir
"¡Joder, Camilo, cómo pasa el tiempo!" Porque
éste no es mi Camilo, que me lo han cambiado.
Al verdadero Camilo Sesto -Camilo
Blanes, según su DNI- comencé a escucharlo
cuando sólo era un crío. Mi tía lo ponía sin parar,
como tantas otras jóvenes y no tan jóvenes, y poco
a poco me fue enganchando.
Era la época dorada del cantante, allá a finales de
los setenta y principios de los ochenta: éxito
imparable de ventas, múltiples galas, llenazos en
los conciertos, televisión... Todo venía de cara y
estaba claro que era mucho más que un
fenómeno pasajero, ya no sólo por la cantidad de
los trabajos editados, sino por la calidad que estos
rezumaban. Dotado de una voz única, cambiaba
de registro según el tema que interpretaba y el
sonido de las guitarras, junto a unos arreglos muy
cuidados, ponían el acabado perfecto a las
canciones. Duetos acertados (Ángela Carrasco) y
trabajos tan exitosos como la famosa ópera rock
"Jesucristo Superstar" no hacía más que seguir
encumbrando al artista. Otra muestra de su
talento quedaba patente en las letras de los temas,
de las que Camilo es autor -a veces coautor- de
casi todas, y en su faceta de productor de,
también, la mayoría de sus trabajos. Por atreverse,
hasta se atrevió a componer -al margen de
Jesucristo Superstar- algunos ternas en inglés,
con los que intentaba realizar incursiones en el
pop, aunque, esta vez, sin tanto acierto.
Que Camilo no era sólo un cantante
más en el mundo de la llamada "música ligera",
era, pues, algo evidente y los millones de
ejemplares vendidos -cuarenta, según él mismo
apunta- así lo refrendan. Pero, sin la proyección
internacional de un Julio Iglesias y por razones
que de momento desconocemos, la estrella de
Camilo se fue apagando.
Con este panorama, Camilo, que por
aquel entonces había tenido -¿milagro?- un hijo
con la mejicana Lourdes Ornelas, coge los trastos
y se traslada a Miami. El tiempo va pasando y las
únicas noticias que llegan de él lo hacen a través
de las revistas del corazón, que nos muestran a
un Camilo rodeado de lujo pero ya con evidentes
muestras de grave deterioro físico, lo que hace
que comiencen a dispararse los rumores sobre su
salud, algo que las fuentes allegadas al artista, por
boca principalmente de la madre de su hijo, se
apresuran a desmentir. Quizá para acallar las
malas lenguas o quizá para convencerse a sí mismo de lo imposible, hasta llegó a grabar un LP
no hace muchos años, aunque sólo sirvió para
constatar que su declive físico había devenido a
su vez en declive artístico y apenas tuvo
repercusión, a pesar de los denodados esfuerzos
de la Cadena Dial.
Ahora, Camilo ha decidido, por lo visto,
volver a España. Y como avanzadilla manda esta
recopilación de grandes éxitos para, cuando
menos, compensar lo maltrecho de su imagen -ya
no sólo física, sino mental- con la miel de su
glorioso pasado.
Hace poco escuché a alguien comentar
algo que sonaba a funesta premonición y que, a
tenor de lo que se ve, no sería raro que cualquier
día se cumpliese:
- Ha vuelto a España para morir en su
tierra -sentenció.
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