"Porque ya no queda tiempo" (Rafa Cervera) Subrayadas (118)

12/10/20

Mi mente es como una ciudad resplandeciente y violenta, con rascacielos que se desploman constantemente y callejones habitados por artistas que me susurran cosas al oído cada día, cada minuto.

Cuando tus gustos no son los habituales, desarrollas un instinto para acercarte a quienes buscan lo mismo que tú.

Los cuadernos son el salvoconducto para combatir la desesperanza. Nada está completamente perdido mientras escribes un diario o tomas notas.

Como dijo Stevenson, si uno no escribe a mano no puede escribir sobre uno mismo. Como dijo Chejfec, hay que ser escribiente para ser escritor. Como dice Banville, la realidad no es tal cosa hasta que ha pasado por el matiz de las palabras. Dicen todo eso con mi caligrafía, en mis cuadernos que dato y ordeno y señalo y estudio para no olvidar lo que soy, lo que fui, en días concretos, en momentos que ya no existen pero que sé que importaban, aunque solamente sea porque decidí escribir sobre ellos. 

Los objetos nos atan al pasado y nos ayudan a saber quiénes somos. ¿Quiénes somos? Somos algunas de estas entradas de conciertos pegadas en la columna de una estantería. Actuaciones que tuvieron lugar en Madrid, en Barcelona, en Valencia. Abril de 1981. Julio de 1982. Junio de 1989. Febrero de 1994. Septiembre de 1999.

Escribir es como autoentrevistarse. Mientras escribe, el escritor contesta una serie de preguntas que no han sido enunciadas. Esta conclusión no es mía, se la leí a Jim Morrison en una entrevista y la anoté.

Los bares son luces en la oscuridad y nosotros insectos aturdidos.

El eco de mis propios pasos caminando por calles abandonadas. Cuando eres joven la soledad es más amarga si no te descubres perdido en un lecho ajeno, si duermes solo cuando regresas a tu cama. Y a pesar de ello, el tiempo transcurre sin prisa porque somos jóvenes.

El deseo es una danza de madrugada, me dijo mi amiga mientras atravesábamos alguna noche que ardió como una hoguera.

No sé qué me trastorna más, si el hecho de que los niños heridos acaben siendo hombres que engendren niños o la convicción de que los hijos hemos de descifrar y absolver a nuestros padres. Somos inexplicables sin ellos. Son nuestro código fuente. Somos la consecuencia de sus actos.

Los días de fiesta existen para recordarnos a nosotros, los solitarios, que estamos averiados.

¿Cómo no obsesionarse con el tiempo? El tiempo que no hay manera de recuperar. El tiempo presente. El tiempo que aún nos queda, que podría no ser nada.

Las muertes ajenas te hacen tomar conciencia de la fragilidad de la vida. La vida es el instante, esa es la única verdad. Y se va volando.

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