2/12/20
Fernando Alfaro. 56 años.
Chucho ha publicado en 2020 su sexto disco, "Corazón roto y brillante".
Como dije hace unos días, tengo muchos recuerdos asociados a Fernando Alfaro y sus grupos. Lo he visto muchas veces en directo, como aquella vez, en 1997, recién formado el trío Chucho, en la sala En Bruto en el que solo estábamos un puñado de curiosos, seguramente entrando con invitación, donde pudimos disfrutar de las enormes canciones de su primer disco y presenciar en vivo y en directo que la semilla Surfin' Bichos iba a continuar... Y en la sala Morrissey y en el FIB, al año siguiente, y en la sala Oasis en el año 2000. Y los que mi memoria ya no puede rescatar. También alguna que otra entrevista, de cuando se hacían en persona, como aquella de 1998. O recuerdos como cuando una mañana, seguramente de día laborable, Pedro llamó al timbre del portero automático de casa de mis padres diciéndome que tenía una sorpresa, me asomé por la ventana y vi que allí estaba con Fernando Alfaro. No recuerdo dónde fuimos...
Su voz es imperfecta, pero de las (muy) reconocibles. Sus letras, a veces duras, a veces supurando heridas, a veces dañinas, pero siempre, imaginativas y de alto nivel literario. En definitiva, un músico único que ha sabido crear un estilo personal.
Hace pocos años lo vi por última vez en Las Armas, y todo fue un poco desangelado con respecto a la intensidad del resto de ocasiones. Pero ahora Chucho ha vuelto con "Corazón roto y brillante", al parecer tras una ruptura sentimental, y es un gran disco que se sitúa, no solo entre los mejores del grupo, sino que podría competir de tú a tú con alguna de las creaciones de Surfín' Bichos. Un pico alto en una larga carrera que, en conjunto, es espectacular en durabilidad y en canciones. Estas son las de este disco:
Corazón roto y brillante. Breve, directa y brillante, como el corazón. Un comienzo inmejorable. Un corazón roto y brillante, se me quedó cuando me dejaste, Y aún así yo sigo adelante, con mis gafas de sol. / Razonablemente felices fuimos tú y yo, si es que es algo que se pueda razonar. Nada hay razonable, me dices, conmigo no o directamente no dices nada.
Sombra lunar. Un ritmo como de ir a caballo, y un estribillo tan sencillo como estupendo que nos deja entrever que el alma Surfin' sigue viva, y que los mejores Chucho han vuelto. Y juran que nos vieron cabalgar a la sombra de la luz lunar. Uno al otro en la oscuridad disparando balas de verdad. Como en una luz crepuscular, como en una aurora fantasmal.
La ambulancia y el dolor. Bajando el pistón, una canción tranquila que ahonda en el desencuentro, el desamor, la incomprensión del fracaso sentimental. Eras a la vez la ambulancia y el dolor, me hiciste muy feliz, también muy desgraciado.
Yoga love. Letra muy actual, y quien dice yoga dice pilates... Musicalmente, otro acierto marca de la casa, con protagonismo especial de las guitarras. A clase de yoga una y otra vez por amor / Y gritaré te quiero en medio del desastre, si me retuerzo más.
La carretera de la costa. Otro de los momentazos del disco, guitarras arrolladoras, estribillo pegadizo, coros, teclados, todo conjuntado en una gran canción. Ya no quieres más viajar conmigo, piensas en viajar, pero no conmigo, y vas eliminando a los testigos, me borras de tus fotos y tus vídeos. Y yo seguiré por la carretera de la costa, si vais por allí nos podremos cruzar. Ya se pone el sol por la carretera de la costa... y el mar.
La feria animal. Así es la canción, con ritmo básico, primario, casi animal, con un teclado en el estribillo que parece de "Trompe le monde" de Pixies. Te quiero de verdad y yo no puedo actuar contra mi naturaleza en la feria animal. Siempre hay algo de chucho en las canciones de Chucho.
Hoamm. Letra y música brillantes, una vez más. Empieza hablando de Pere y María, título del primer libro de Fernando Alfaro, publicado este año, que habla de una pareja rota -y su proceso de ruptura-, y que de hecho es la inspiración de este disco que estamos repasando. El otro día follando en sueños me decías, Juan. Tal vez decías Joann. Pegado todo el día con el telefono sonríes (Hoamm), tendrás Tinder (Hoamm).
Vals del trueno. Una de las canciones menores del disco, que aun así mantiene cierto encanto, pues a estas alturas ya está confirmado que estamos ante uno de los mejores discos de Fernando Alfaro, de toda su carrera comenzada en 1989. Llega el trueno y yo me estremezco. Es todo un carácter, es como un trueno. No voy a guardad equilibrio en este vals, no voy a guardar equilibrio mental.
Espalda brilante. La más retorcida del disco, con guitarras ácidas e incómodas, y la letra acorde. Y es que hacerse mayor era bordear en la lejanía con un corazón puro, un precipicio de misantropía.
Agente Sebso. Volvemos al fabuloso mundo de Fernando Alfaro, espacio exterior, amor, odio y traición, y una vuelta al sonido de los mejores Pixies, lo de las guitarras hirientes de sus comienzos y los teclados espaciales de su estapa final. Fascinante. Tenía un satélite del tamaño de un radiador, tenía unos disquetes en una mesa en el balcón, algunos con su nombre y algunos otros no. Quería enviar muy lejos sus mensajes de amor y el vacío se lo tragó.
Agujetas. Desentumeciendo intensidad, una encantandora canción breve y sencilla en letra y música. El Chucho más liviano. Me había roto un hueso y tomaba ibuprofeno, allá donde me pillara como House me lo tragaba. Y no paraba de reírme, vaya payasos tú y yo.
Otra ciudad. El disco termina con la canción más extensa, una perspectiva personal de nostalgia y paso del tiempo. Todas las ciudades del mundo, amo a todas las ciudades del mundo, como a ti, como a ti.
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