24/1/22
Cuánto tiempo habré malgastado provocándome
angustias que oscurecen mi mente como una neblina
pasajera cada vez que algo me hace recordar que todo
aquello que no quiero perder ha tenido un principio y
tendrá un día su final. Trato de escapar rápidamente de
ese pensamiento estéril, antes de que en la neblina de mi
conciencia tome forma la visión concreta de una última
vez, y yo me quede absorto contemplándola, y no pueda
ya proteger a mi ánimo del influjo que esa visión tendrá
sobre él.
Ya se sabe que los recuerdos que no se
apoyan en imágenes, ni palabras, ni objetos se deshacen poco a poco en la memoria, pierden la nitidez, sus contornos se diluyen, sus colores se entremezclan y al final solo queda una mancha borrosa de luz contra esa oscuridad que termina por engullirlo todo.
Se puede tener más de una vida, pero no se puede estar en más de una a la vez, y
solo se sabe que se tiene una vida cuando de repente te
asomas a otra vida que pudo ser tuya.
Nosotros, en este tiempo, según Handke, ya solo aspiramos
a tener un buen día, un día logrado entre tantos
días inútiles y olvidables.
Me río de mí mismo cuando pienso lo que he
llegado a pagar para que un chef estrella me ofrezca una
experiencia total que lleva años perfeccionando al milímetro,
desde la iluminación hasta la vajilla, y luego llegas
casualmente a esta roulotte donde la experiencia ha
sido rigurosamente descuidada hasta el último detalle,
desde la ausencia de iluminación a la ausencia de vajilla,
y es precisamente aquí donde uno da ese mordisco en que se produce el olvido de todo lo demás, y obtiene al fin esa experiencia que tanto me ha esquivado en todos
esos restaurantes de Madrid, de Cataluña, del País Vasco
a los que supuestamente uno no puede dejar de ir antes
de morir.
El apasionado no es muy diferente
en su egoísmo: cuando pone su vida en el espejo
no ve ya su casa, ni sus hijos, ni su pareja, ni su trabajo.
Por eso es capaz de jugarse todo lo que tiene en la vida,
hijos, casa, pareja, por satisfacer la imperiosa necesidad
de mandar un whatsapp erótico-cariñoso a las tres de la
mañana a una persona que solo conoce desde hace siete
días y que probablemente acabará odiando en el momento
en que lo pierda todo por ella.
No podía evitar salir de mí mismo
para observarme desde fuera con incredulidad, preguntándome cómo podía ser que yo estuviera viviendo eso, en ese sitio, contigo. Me esforzaba por vivirlo sin pensar en que lo estaba viviendo, atendiendo a lo que dice Pessoa: para ser feliz es preciso no saberlo.
En el último año te diré que hasta mis hijos se saben ya la letra de la
canción, me gritan ¡otra vez no! cada vez que la escucho, y con más razón me lo dirían si supieran que esta canción
es el ojo de la cerradura por el que trato de vislumbrar
esa otra vida en que su padre no existe, y ellos
tampoco, y yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa.
Hay que inventarse rápidamente esa razón
para poder salir de la cama con buen pie, porque nadie
te ayuda ya a encontrarla, y pasados unos minutos, si
no la tienes, empiezas el día sin ella y no hay manera de
remontarlo, la rutina se sucede como una cinta transportadora
que vuelve a llevarte de noche a la cama y por
la mañana vuelves a despertarte en la misma cama,
con la misma persona a tu lado que una vez más no
podrá hacer que te levantes con ninguna ilusión que tú
mismo no hayas sido capaz de construir.
Los amantes están unidos hasta que el miedo, la culpa, la cordura, la amenaza
o la conveniencia los separe, el mundo entero conspira por separarlos, pero lo que seguro los ha de separar como regla insoslayable es el tedio, la cosa muere indefectiblemente cuando the thrill is gone y nada más que
entonces.
Lo que es valioso es lo que has perdido,
puesto que de esa forma nunca has tenido la posibilidad
de desgastarlo y de ese modo perderlo.
A las cartas se les da tiempo: para escribirlas, para enviarlas, para recibirlas y
para responderlas. Por lo general no tratan asuntos que esperen respuesta inmediata, sino asuntos que
requieren una buena respuesta, una respuesta elaborada,
con suficiente sustancia como para alimentar al destinatario
hasta que llegue la siguiente.
Yo creía que había aprendido ya a aburrirme con dignidad estoica, con ese orgullo que
provoca el pensar que uno ya se ha hecho sabio y es capaz de sobrevivir a esa
ansiedad que se acumula en el pecho el domingo por la
tarde al contemplar una semana más que se nos va y otra
que se nos viene encima con más de lo mismo.
Lo que nos separa (además de, por ejemplo,
la ludopatía, el alcoholismo, el maltrato, el embrutecimiento, la
prodigalidad y la obesidad sobrevenida) suele ser principalmente el
tedio, jamás la muerte. El tedio de
ver cómo todo lo que te irrita de tu pareja y lo que a tu
pareja le irrita de ti se repite siempre, porque nadie es
capaz de cambiar jamás.
Es importante la memoria
de cómo salía un día perfecto, pero es más importante
aún estar abierto a tenerlo, a seguir las pistas en cuanto
asome la posibilidad de un gran día.(....) La puerta tiene que quedar
abierta, no ya a tener un buen día, sino a que seamos
capaces de imaginar juntos que lo tendremos.
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