Mi Vive Latino 2022 (Zaragoza)

9/9/22

Lo primero antes de entrar en canción (nunca mejor dicho), resaltar el prefijo posesivo ‘mi’ del título. Es diáfano que hay un festival por cada asistente y estas líneas no dejan de ser una perspectiva endógena y subjetiva del abajo firmante, lejos de una crónica neutra puramente informativa y desapasionada, y que además queda seguramente más bien coja e incompleta por mor de la necesaria criba a efectuar -con sus inevitables elecciones y sacrificios no siempre acertados- al ser materialmente imposible estar en todos los conciertos programados.

En cualquier caso por fin llegó el festival más largo del mundo si nos da por fijar su comienzo en el momento en el que originalmente salieron a la venta las entradas y abonos, allá por el ya muy lejano diciembre de 2019 y con abstracción de que para la edición recién completada ya no fueran prorrogadas y fuera necesaria su renovación.

Y había ganas, la verdad, no se tienen ya las mismas oportunidades de acudir a eventos de esta índole -hablo de circunstancias propias y no de la locura de sobreoferta existente postpandémica- por lo que las expectativas estaban altas. Y lo cierto es que en líneas generales se cumplieron con suficiencia. La magia en la que sutilmente te va envolviendo un festival de esta índole es muy distinta a la de un concierto aislado. Cambias de mundo por unos días, te imbuyes en el ambiente y te dejas llevar por el vértigo sin más preocupación que disfrutar de la música y de la compañía, paladeando el momento y teniendo oportunidad además de descubrir nuevas bandas con las que de otra manera hubiera sido seguramente más difícil encontrarse.

Contaba también con alicientes paralelos como la curiosidad de apreciar el envoltorio mexica del entorno, la convivencia multicultural con la notable presencia de gente procedente de Latinoamérica, por qué no el reencuentro con el espacio Expo con el recuerdo todavía vívido de conciertos allí disfrutados catorce años atrás… en fin, que en éstas Miss Cafeína cortaba la cinta inaugural… protocolo simbólico que no pude presenciar por problemas logísticos que retrasaron mi llegada al festival y que asimismo me impidieron el reencuentro con Sidonie, grupo al que vi n veces en la primera década del siglo y que realmente me apetecía redescubrir y calibrar su evolución desde entonces, probablemente positiva a tenor de las buenas críticas de su último trabajo… Perderme también a Coque Malla me importó menos, tengo una atávica y seguramente poco racional animadversión a los cantantes que se escinden de sus grupos madre una vez que consiguen el éxito, no sé, nunca he podido evitar identificarlo con ciertas ínfulas megalomaníacas o autoascensos a niveles y estados mentales superiores. Sea ésta la razón o no, lo cierto es que casi sistemáticamente las propuestas de estos neodivos (bunburys, manologarcías, leivas…) siempre me han parecido peores que las de su grupo primigenio, opinión en el extremo antitético de tantos y tantos que siguen al escindido ciegamente y lo mismo les da que haga jota o bolero que todo les encanta…En fin ésta no es una excepción, Ronaldos sí, Coque -amén de darle el mérito que merece alguna de sus canciones- dudosete…

Así pues, me tocó debutar y calentar motores con Taburete y su agradable y entretenida apuesta popera que cumplió su misión de distraerme hasta que decidí que era la hora de coger buen sitio para disfrutar a León Benavente, que no defraudaron en absoluto sino todo lo contrario para delirio de sus entregados incondicionales, con Abraham -traje rojo, cabello blanco- dejándose todo una vez más en el escenario. Acto seguido tocaba visionado una vez más de Love of Lesbian, lejana ya aquella primera vez en FIZ2009 gentileza de su manager a la que caí en gracia en el showcase previo en FNAC y me regaló una entrada… quienes más que consolidados repasaron su trayectoria con Santi gustándose mucho (‘carismático’ es el epíteto que le suele acompañar al referirse a su persona en los medios) y demandándonos una afonía que en mí no llegó a conseguir pero fue una actuación disfrutable, como la siguiente de Vetusta Morla, evidentemente de igual forma consolidadísimos y con sobradas tablas para despachar una actuación solvente y convincente sin ambages…

El sábado se presentó con bastante más público que el viernes pero la organización aprendió de alguna novatada del inicio y desde mi punto de vista se matizaron las colas del día anterior para el tema de la restauración y la evacuación fisiológica. Esta vez tocó el calentamiento con Carlos Sadness, con su punto histriónico pero divertido que como hiciera el día anterior Taburete sirvió para amenizar el rato hasta que Ivancito Ferreiro acercaba su inicio y había que agenciarse una ubicación para verlo lo mejor posible. Con el vigués hago cierta excepción respecto al inicial rechazo visceral antes comentado que me produce el devenir desde el grupo a hacia el individualismo, le tengo cariño vaya (seguro que también influye inconscientemente en esto el hecho de haber sido el último afortunado en poder acceder a un fnacshowcase suyo, dejando justo tras de mí una fila cortada por la Seguridad, compuesta y sin concierto. Ahora que lo pienso e hilándolo con lo de Love of Lesbian debo ir a más fnacshowcases), si bien sigo quedándome con Los Piratas. Con algún kilillo de más y definitivamente atrás ya esa cara de niño que ha mantenido tanto tiempo -de hecho el sábado me recordaba fuertemente al actor Paco Tous- lo que sí mantiene intacto es ese timbre de voz tan peculiar y que hace de él un artista especial. Desgranó canciones de su amplio repertorio, por supuesto también de Piratas (El equilibrio, M, cómo no la mítica Años 80…) y todos felices y contentos, la verdad, antes de proseguir la noche festivalera en la que esperaba Amaral.

Poco que decir, Eva Amaral es una estrella, lo sabe y lo demuestra en las tablas. Sentido guiño previo a Bunbury (cierto que a pesar de mi ‘Héroes sí, Enrique dudosete’, me hubiera gustado verlo en directo en solitario por una vez, que además podía ser última), colega y paisano, para meterse después en la harina de un concierto redondo que hipnotizó a la parroquia como no podía ser de otra manera. La zaragozana, autoproclamada ‘mujer de río’ jugaba en casa y contó sus canciones por goles.

Café Tacvba era el enlace entre Amaral y Leiva y no vino sino a refrendar una sospecha que ya me rondaba… tenía que haber optado por ver a más grupos americanos, que lógicamente los había en cantidad y calidad (Babasónicos, Aterciopelados, Molotov, IMS, Mula…). Son diferentes y si cierras los ojos te parece estar en la frontera mexicana o en el sur de Estados Unidos con el puro sonido de esas orquestas al uso por aquellos pagos. Además son capaces de alternar voces y cambiar registros sin bajar el nivel. Permítaseme otro parecido físico, el de su voz principal, Rubén, con un Gabo en sus ciencuentas. Al menos en el look que presentaba en el concierto.

Y Leiva. Por cierto que también tengo buen recuerdo de un fnacshowcase de Pereza en el que me llevé dos camisetas de regalo (todavía las guardo sin sacar del plástico) aunque tuvo poco mérito por mor de que había más camisetas para regalar que público en la placeta de Fnac Alicante, que no pasaríamos de veinte o treinta pelaos. Hablamos, eso sí, de los tempranos años 2000 y auque lo meto en mi saco de los escindidos y no es santo de mi devoción musical, (sentí además cierto desengaño al enterarme de que no era hijo -como no sé por qué había asumido- del gran maestro Leiva, director de orquesta con participaciones en la Eurovisión antigua e incursiones menos glamurosas en los televisivos Qué apostamos o Grand Prix), la evolución está ahí y el éxito incontestable. Triunfó como Los Chichos o más.

Rulo también es parcialmente excepcionable (ninguno lo será totalmente y además éste tiene el detalle de añadir a su nombre el de la banda que le acompaña) de mi lista de proscritos escindidos de sus grupos matrices. Me gustaban la fuerza, las letras y el punto a medio camino entre lo canallita, lo estoico, lo visceral y lo a veces tierno a la vez de La Fuga y el cántabro con La Contrabanda mantiene el nivel con nota.

Y así se cerraban dos días de festival muy satisfactorio e inolvidable por diferentes razones. Porque Kase.O es también paisano y buen tío pero su estilo no me encaja nada de nada. Me alegro de su éxito pero ahí lo dejé con sus versos al hombre, mientras mi cabeza ya planeaba volver el año siguiente si me es posible y se cumplen los deseos de la organización de renovar el evento para cuatro años, y también con el propósito de revisar el elenco previo de conciertosparanoperderse abriendo miras y arriesgando más. Este año, tras tiempo de barbecho, había que ir a lo seguro... x Atreyu

 

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