Subrayadas de verano Subrayadas (143)

7/9/22

"La vida contada por un sapiens a un neandertal" (Juan José Millás / Juan Luis Arsuaga)

Observo el valle y se trata, es cierto, de un lugar imaginario. Parece que estuviéramos en el interior de un cuadro hiperrealista (de ahí también su carácter fantástico) ejecutado por un paisajista holandés del XVII. Me pregunto por qué estamos condenados a vivir como irreales los mejores momentos de la vida.

Lo cierto es que no hay ninguna máquina que tenga mente. Por eso los ordenadores ganan al ajedrez, pero pierden al parchís.

La evolución tiene una lógica interna, no permite cualquier posibilidad. No puede haber un conejo carnívoro. El conejo-gato no es posible. Tampoco puede haber un carnívoro con cuernos. Cuentan que un día se le apareció el diablo a Cuvier, que es el padre de la paleontología, y le dijo: "Soy el demonio y te voy a comer". Cuvier lo miró de arriba abajo y le respondió: "Tienes cuernos y pezuñas, no puedes ser carnívoro". Y se dio la vuelta en la cama, porque estaba en la cama.

Todos los pueblos de la tierra consideran que los guapos son ellos.

Nos vienen prometiendo la inmortalidad desde que el mundo es mundo, de diversas formas. ¿Qué diferencia hay entre el que te dice que vas a vivir ciento veinte años sin ningún costo y el que te promete un paraíso en el que estarás rodeado de cien huríes? ¿Cuál es la diferencia? La única verdad es que los dos profetas pertenecen a la misma categoría de sinvergüenzas.


"Otra noche de mierda en esta puta ciudad" (Nick Flynn)

Todas las semanas, según parece, algún científico descubre un nuevo gen que explica la clave de nuestro comportamiento, por qué estamos tristes o nos ponemos gordos. Los genes, eso está claro, son una marca en la sangre, un código que puede descifrarse para trazar el curso de la existencia. Tan fácil como leer un mapa. Esa marca roja es tu padre, separado de ti por un vasto océano. Los científicos afirman que un día podría encontrarme en el mismo sitio donde mi padre estuvo una vez, en la misma postura que él. Podría abrir la boca y pronunciar sus mismas palabras. Dicen que se trata solo de «una tendencia», una advertencia. Aseguran que no es el futuro, sino uno de los futuros posibles.

"Eres el mejor, Cienfuegos" (Kiko Amat)

Explicar la crisis de los cuarenta es sencillo: se trata de un fenómeno que convierte a los hombres en niños. En niños hiperactivos, insensatos y apenados. No hay forma de predecir con exactitud lo que será capaz de hacer un hombre adulto envenenado por la dolencia, pero la curva sintomática suele incluir absentismo conyugal, libido rampante, alcoholismo contumaz, caótico cuadro de toxicomanías, alto índice de siniestralidad automotriz, aislamiento antisocial, paranoia y, si no se corrige la tendencia a tiempo, adulterio, locura, divorcio y muerte.

Me pregunto cómo debió ser la primera borrachera del hombre, qué debió pensar aquel cromañón afortunado al comprobar que tropezaba de repente con todos los cantos, veía triple y se le escapaba el pipí, pero a la vez desaparecía de su cabeza todo tipo de terror primordial: a la noche, a las fieras, a los Dioses de la caza, a la fertilidad de las hembras, al invierno, a sí mismo. Debió sentirse un superhombre, como yo me siento ahora.

¿Quién dijo aquello de que es mejor un No a tiempo que un Tal vez incierto? Qué bobada. Siempre mejor el Tal vez. Siempre mejor la incertidumbre y el limbo que lo funesto que viene por detrás.

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