24/10/22
Se puede, pues, decir esto, que entreveo, y que sería una sinceridad al
revés (del artista): Debe, no contar su vida tal como la ha vivido, sino vivirla tal como la
contará. Dicho de otra manera: que su retrato, pues eso es lo que será su
vida, se identifique con el retrato ideal que anhela; y, más sencillamente:
que sea como quiere ser.
Cada año, cuando vuelvo a ver mi jardín, el mismo desengaño: desaparición
de las especies y de las variedades raras: triunfo de las comunes y
mediocres. «Supresión de los casos mejores… dominio inevitable de los
tipos medios, e incluso de los que están por debajo de la media», decía
Nietzsche «anti-Darwin». […]
Querría, en respuesta a todos los requerimientos de los pelmazos, enviar
una tarjeta impresa en la que, debajo de mi nombre, se pudiera leer: «trabaja
y ruega encarecidamente que se le deje en paz por un tiempo»; y luego,
«saludos distinguidos».
Uno se pregunta, al ver ciertos libros: ¿Quién puede leerlos? Al ver a ciertas
personas: ¿Qué pueden leer? Y finalmente, encajan.
Que un rico pueda declararse a favor del comunismo, he aquí lo que
sorprende a F. V. Lo encuentra cómico. No lo puede creer.
A mí me sorprende mucho más que un rico pueda declararse cristiano.
Me aferro a este cuaderno, como a menudo lo he hecho, por método.
Un método que antaño me servía. El esfuerzo que de ese modo intento me
parece comparable al del barón de Münchhausen que se saca del
pantano tirándose a sí mismo del pelo. (Seguramente ya he usado esta
imagen.) Lo admirable es que lo consigue.
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