26/11/23
Mis sueños se diluían sin saber cuáles eran, que es la forma más perversa de perderlos: no encontrarlos.
Contábamos a los amigos alguna gran historia, pero evitábamos batallitas, evitábamos nostalgias, evitábamos el pasado por ser una alegría de segunda mano, una alegría ya usada.
La conocía de la manera trágica en que un hombre conoce a una mujer que ya ha perdido. La conocía mucho mejor que cualquier parte de mi cuerpo. Al fin y al cabo, me la habían amputado, y dedicaba horas a observarla mientras intentaba moverla sin resultado.
En el paraíso la gente no habla, porque la gente feliz no tiene necesidad de hablar. Y esa es la principal característica de una persona feliz: la que no tiene necesidad de hablar.
Hay una diferencia entre creencia y delirio. La creencia es un delirio compartido por la comunidad. Las religiones, por ejemplo, son creencias.
Ya éramos nuestros padres, y envejecíamos juntos como tales, y de haber durado dos años más hubiéramos contado orgullosos que teníamos una habitación propia y que en verano dormíamos separados "por el calor"; que viajábamos "para desconectar", y al volver a Madrid diríamos que se "nos hizo corto" y que "pasó el tiempo volando"; habríamos acabado pidiendo la comida del otro "porque sé lo que le gusta". A follar lo habríamos llamado "tiempo para nosotros", a odiarnos, "lo quiero tal y como es", y desenamorarnos habría consistido en "darnos nuestro espacio". En el amor hay una forma de hablar, una forma de mirarse y una forma de follar, y siempre muere antes la primera, quizá porque es la que menos se nota, y eso permite a los amantes seguir caminando aún muertos".
Un ex, alguien a quien amaste y ya no amas, alguien por quien dabas la vida y ya no la das, es un misterio bellísimo; es el camino de vuelta de un viaje que no sabías que fuese otra cosa que de ida.
Entre la amistad y los destrozos que dejan tus amigos, puede la amistad; entre la amistad y tus demonios, pueden tus demonios.
Un secreto que no se puede compartir no es un secreto sino una condena.
Tú y yo nos quisimos tanto que, al ver que no podíamos querernos más ni mantener por más tiempo ese amor, empezamos a darnos poco a poco la espalda como se la dan los duelistas, y fue entonces cuando decidimos que el primero que se diese la vuelta se salvaría, pero nunca se salva nadie.
El mayor misterio es el tiempo: el tiempo lo salva y lo destruye todo, y quienes le plantan cara acaban locos o deformados.
Pensaré en ti cada vez menos, y cuanto menos piense mejor será el recuerdo, y así es con todo siempre.
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