Cesare Pavese

25/12/06

La tormenta diaria

El día 26 de agosto de 1950, Cesare Pavese salió por última vez del domicilio de su hermana María, en Turín. El escritor se encerró en una habitación del hotel Roma e hizo algunas llamadas telefónicas, sus últimos y desesperados intentos por establecer una comunicación válida con el prójimo... Al día siguiente, la gerencia del hotel, preocupada por el largo silencio del huésped, dispuso que se abriese la habitación de Pavese. Le encontraron en la cama, muerto, rodeado de sobres, vacíos, de somníferos. Entre sus papeles se encontró una carpeta, y en ella podía leerse: “El oficio de vivir de Cesare Pavese”. Allí dentro aparecía escrito el diario que el novelista piamontés llevó, aunque no con periodicidad absoluta, desde el 6 de octubre de 1935 hasta el 18 de agosto de 1950, es decir, hasta pocos días antes de su muerte. Lo que a continuación sigue son algunos de los pensamientos escritos por Pavese en su diario.

- El arte de vivir es el arte de saber creer en las mentiras.
- Todos los hombres tienen un cáncer que los roe, un excremento diario, un mal a plazo fijo: su insatisfacción; el punto de choque entre su ser real, esquelético, y la infinita complejidad de la vida. 

- Llevo un retraso de al menos ocho años respecto a mis coetáneos. Normalmente ellos a los veintidós están ya convencidos de lo que a los treinta aún no me convence.
- Este amor tranquilo, sin problemas, es el más grave de tus problemas. 

- No tengo motivos para rechazar mi idea fija de que cuanto le ocurre a un hombre está condicionado por todo su pasado; en suma, es merecido.
- Vivo actualmente como los más despreciables personajes que me hicieron indignarme en mi juventud. 

- Al leer no buscamos ideas nuevas, sino pensamientos ya pensados por nosotros, que adquieren en la página un sello de confirmación. Nos impresionan las palabras de los otros que resuenan en una zona ya nuestra –y que ya vivimos- y que al hacerla vibrar nos permiten apresar nuevos atisbos en nuestro interior.
- En sustancia, para transformar el placer en serenidad es preciso que aquél se haya convertido en hastío. 

- Las cosas se obtienen cuando ya no se desean.
- Las únicas mujeres con las que vale la pena casarse son aquellas en las que uno no puede confiar para casarse. 

- Se deja de ser jóvenes cuando se comprende que hablar sobre un dolor no altera la situación.
- Es increíble que la mujer adorada venga a decirnos que sus días son vacíos y angustiados, pero que no quiere saber nada de nosotros. 

- Si es cierto que nos acostumbramos al dolor, ¿cómo es que con el paso de los años sufrimos cada vez más?
- La única alegría en el mundo es comenzar. Es hermoso vivir porque vivir es comenzar, siempre, a cada instante. Cuando falta esa sensación –prisión, enfermedad, hábito, estupidez- uno quisiera morir. 

- Conozco a un necio que se negó a aprender en su juventud las reglas del juego, perdido en pos de quimeras, y ahora las quimeras se esfuman y el juego lo tritura.
- Mi felicidad sería perfecta de no ser por la huidiza angustia de hurgar en su secreto para volverla a hallar mañana y siempre. Pero quizá me confundo: mi felicidad está en esa angustia. Y una vez más retorna la esperanza de que acaso mañana bastará el recuerdo. 

- Es notable el estado de quien no siente la tentación de lo que no hace; y no el estado de quien es tentado y renuncia. En términos realistas, lo primero es la paz, lo segundo es el desgarramiento.
- ¿Por qué es desaconsejable perder la cabeza? Porque entonces somos sinceros. 

- La vida es dolor y el amor gozado es un anestésico, y ¿quién querría despertarse en mitad de una operación?
- Sufrir es siempre culpa nuestra.

- Todo lujo hay que pagárselo. Todo es lujo; empezando por estar en el mundo.
- No es cierto que la muerte nos llegue como una experiencia en la cual todos somos principiantes. Todos antes de nacer estábamos muertos.

-Cuando uno sufre, cree que al otro lado del círculo existe la felicidad; cuando uno no sufre sabe que ésta no existe, y sufre entonces por sufrir, porque no sufre nada.
- El ocio vuelve lentas las horas y veloces los años. La laboriosidad, rápidas las horas y lentos los años. 

-Los años se vuelven largos en el recuerdo si al rememorarlos encontramos en ellos muchos hechos para desplegar la fantasía. Por eso la infancia parece larguísima.
- Señal cierta de amor es desear conocer, revivir, la infancia del otro.

- Sabemos utilizar la estrategia amorosa sólo cuando no estamos enamorados.
- El niño que hay en nosotros sobrevive y se estremece sólo en escasos momentos-recuerdo, que nos hacen creer –y no es cierto- que en su momento fueron fantásticos.

Nota biográfica
Pavese nace el 9 de septiembre de 1908 en S. Stefano Belbo (Cúneo) y es el último de cinco hijos de una familia de origen campesino. Cuando sólo tiene seis años, su padre muere. Cursa estudios en Turín y, entre sus profesores de la escuela media superior, cabe señalar a Augusto Monti, figura de relieve del ambiente antifascista de la ciudad, amigo de Piero Gobetti y Antonio Gramsci.

En 1932 se licencia en letras con una tesis sobre Walt Whitman; en esa misma época, empieza su actividad de traductor con "Moby Dick" de Melville y "La risa negra" de Sherwood Anderson para la editorial Frassinelli. En 1934 es nombrado director de la revista "Cultura". En mayo de 1935 es detenido por motivos políticos y confinado en Brancaleone Calabro. En 1936 regresa a Turín y publica el libro de poesía "Lavorare stanca". Durante la guerra, se refugia con su hermana en Serralunga y, cuando termina, se inscribe en el Partido Comunista Italiano (PCI); en 1945, publica "I dialoghi col compagno" en el diario "L'Unità".

De su obra posterior destacan las siguientes novelas: "De tu tierra" (1941), "La playa" (1942), "El compañero" (1947), "La casa en la colina" (1948), "El bello verano" (1949) (inspiradora de la canción de Family del mismo nombre) y "La luna y las fogatas" (1950); "Diálogos con Leucó˜" (1947), junto con los poemas de "Vendrá la muerte y tendrá tus ojos" (1951) y el diario "El oficio de vivir " (1952) marcaron para siempre la poética de los escritores argentinos de los años sesenta. Víctima de repetidas crisis depresivas, Cesare Pavese se suicida el 27 de agosto de 1950 en un hotel de Turín, ingiriendo doce sobres de somníferos.

5 comentarios:

Anónimo ha dicho...

Pavese era un pesimista genial. Por cierto, ¿sabía usted que gran parte de sus penas le venía por su incapacidad para satisfacer sexualmente a sus mujeres?

Fernando López Mateo ha dicho...

Era pesimista y era genial, y aunque no haya quedado reflejado en esa selección de frases, sí parece ser que tenía problemas de índole sexual...

Moog ha dicho...

Muy buena esta entrada, Fernando. Y buena selección de frases! Me quedo con un montón de ellas.

Anónimo ha dicho...

Hay que ver la cantidad de pesismistas geniales que existen y han existido a lo largo de los tiempos

Ranatoide

Anónimo ha dicho...

No conozco la bio del pavese,ni siquiera su obra mas alla de estas notas de su diario, agradezco el detalle de acercar un nombre mas de esos q permanecen en la memoria y en los q poko a poko se va entrando. Pesimista, lucido muchas veces. Explicar su actitud personal ante la vida por su impotencia m parece simplificar. Kizas si hubiese sido un gran amante habria visto la vida de colores brillantes, no se habria suicidado? anyway enhorabna por el blog y un saludo desde españa
Alvaro
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