6/4/08
La película se sitúa en un Pont-Neuf (o “Puente Nuevo”, curiosamente el más antiguo de París) en obras entre el verano y otoño de 1991, y allí, una excelente Juliette Binoche harapienta y en total decadencia personal –Michèle, pintora, hija de una familia de clase media y arrojada a la calle por un desengaño amoroso y la angustia de una ceguera progresiva-, y un Denis Lavant –Alex, un antiguo actor circo, adicto al alcohol y a los sedantes- que no parece un actor dada la simbiosis que aparenta tener con el papel de indigente que desarrolla en “Los amantes del Pont-Neuf”, son los conductores de este drama de amor nacido de la miseria más profunda, la de dos sin techo a los que la vida parece haber zarandeado sin compasión.
Leos Carax, entre un colorido y unas imágenes de París que no despreciarían muchas agencias de viajes, consigue de forma brillantísima hacernos creer que el amor y la dependencia emocional no entiende de estratos sociales, y que puede perfectamente nacer e incluso convertirse en algo grande en medio de la degradación física y moral de sus protagonistas.
La película engancha desde su inicio por su impacto visual y sonoro y por ese aura de reverso tenebroso de esas anodinas películas románticas de cartón piedra a las que estamos por desgracia acostumbrados. Pero sobre todo porque sobrecoge presenciar una historia de amor tan desgarradora y desconcertante entre dos desahuciados de la vida que arrastrados por la ceguera de los sentimientos, encuentran ese túnel en donde la luz representa un estallido de vida, de esperanza y de sueños.
Director: Leos Carax. Intérpretes: Juliette Binoche (Michèle), Denis Lavant (Alex), Klaus-Michael Grüber (Hans), Daniel Buain (amigo vagabundo), Marion Stalens (Marion), Chrichan Larson (Julien). País: Francia. Año: 1991. Guión: Leos Carax. Música: Varios autores. Fotografía: Jean-Yves Escoffier. Dirección artística: Michel Vandestien. Duración: 125 minutos
Leos Carax, entre un colorido y unas imágenes de París que no despreciarían muchas agencias de viajes, consigue de forma brillantísima hacernos creer que el amor y la dependencia emocional no entiende de estratos sociales, y que puede perfectamente nacer e incluso convertirse en algo grande en medio de la degradación física y moral de sus protagonistas.
La película engancha desde su inicio por su impacto visual y sonoro y por ese aura de reverso tenebroso de esas anodinas películas románticas de cartón piedra a las que estamos por desgracia acostumbrados. Pero sobre todo porque sobrecoge presenciar una historia de amor tan desgarradora y desconcertante entre dos desahuciados de la vida que arrastrados por la ceguera de los sentimientos, encuentran ese túnel en donde la luz representa un estallido de vida, de esperanza y de sueños.
Director: Leos Carax. Intérpretes: Juliette Binoche (Michèle), Denis Lavant (Alex), Klaus-Michael Grüber (Hans), Daniel Buain (amigo vagabundo), Marion Stalens (Marion), Chrichan Larson (Julien). País: Francia. Año: 1991. Guión: Leos Carax. Música: Varios autores. Fotografía: Jean-Yves Escoffier. Dirección artística: Michel Vandestien. Duración: 125 minutos
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