26/6/08
Lush
Hablar de Lush es hablar de dos talentos femeninos de la composición musical en clave pop; es hablar de grandes melodías e imponentes guitarrazos; de canciones etéreas y de pildorazos shoegaze directos y efectivos; también de grandes directos y de tragedia.
Su punto más alto desde su formación es fácilmente reconocible: “Lovelife” (4AD, 96) fue un excelente conjunto de canciones maravillosamente accesibles y coloristas. Pero antes habían pasado muchos años de trabajo, pequeños fracasos, frustraciones y sobre todo estimulantes composiciones.
El origen del grupo data de 1988 cuando Chris Acland (batería), su novia de entonces Miki Berenyi (voz, guitarra) y la amiga de ésta Emma Anderson (voz, guitarra) deciden formar, no sin antes reclutar al bajista Steve Rippon, una banda llamada Lush, que rápidamente ficharía por el prestigioso sello 4AD y que al año siguiente grababa su primer material: “Scar”, un mini-LP con seis canciones, un caudal impetuoso de pop juvenil y directo. En el 90 sale a la luz “Gala”, recopilatorio del mini anterior y de otros EP’s, formato éste en el que Lush siempre han nadado muy a gusto. Su primer álbum grabado como tal (“Spooky”, 92) fue producido por Robin Guthrie, y estuvo definido por la densidad y el intimismo, por sus atmósferas brumosas y su férreo muro de guitarras cortesía, sin duda, del ‘cocteautwin’ que dirigió su grabación y con el que, tras los dudosos resultados del disco, no volverían a trabajar.
Estas coordenadas de turbulencia emocional y linealidad de planteamientos iban a dar un pequeño vuelco con “Split” (94), el álbum en el que el grupo puso todas sus esperanzas de éxito y que al final supuso una relativa decepción en cuanto a ventas. Con Phil King como nuevo bajista, Lush empezaban ya a jugar con melodías perfectas además de conjuntar un contundente sonido con sus hipnóticos ambientes, pero a pesar de contener algún single que llegó alto en las listas (ahí quedó el espléndido hit “Hypocrite”) el grupo tuvo un bajón anímico por la reducida repercusión alcanzada.
Pero nuestras dos chicas no se quedaron de brazos cruzados y de pusieron a trabajar de nuevo en las arduas tareas de composición, y a la tercera iban a dar en el clavo. Como preludio a “Lovelife”, nada mejor que preparar el terreno con dos espeluznantes descargas de pop eufórico y radiante: “Single Girl” y “Ladykillers” y sus melodías de alta escuela apasionaron de manera mayúscula a sus seguidores y a aquellos que habían perdido la fe en Lush. Tras semejante artillería, el álbum confirmó con creces las expectativas: temas inmediatos y exuberantes como “500”, “Heavenly Nobodies” o “The Childcatcher”, el magistral dueto que se marcan con Jarvis Cocker en “Ciao” y las reminiscencias de su sensible pasado en “Papasan” y “Last Night”, entre otros arrolladores argumentos, encandilaron a un gran público que además disfrutaba de lo lindo en los conciertos de una banda extendidamente confirmada en este aspecto como una de las mejores del pop británico (aquí pudimos comprobarlo en el FIB’96).
Y cuando todo alcanza el punto más bonito, más esperanzador y más disfrutable de Lush, llega el desastre: el batería y miembro fundador del grupo, Chris Acland, se suicida en octubre de aquel año ahorcándose. Según dicen, nadie lo esperaba y las causas, como suele suceder en estos casos, se las llevó con él, aunque se habló de depresión, de problemas de amores, de la poca repercusión de una gira del grupo por los USA.
Lo cierto es que aquí empezó el mutis -lógico- de una banda más que brillante. Habían sacado discos en 1992, 1994 y 1996. Tocaba otro en 1998, pero en lugar de eso la banda decide separarse. Miki Berenyi, destrozada por la muerte de Acland, desaparece de la escena musical. Emma Anderson forma el grupo Sing-Sing, con los que grabó dos álbumes y cuya aventura duraría hasta este 2008. El dreampop se quedaba sin uno de sus estandartes con la póstuma publicación del correspondiente "Best of Lush" en 2001... x Crackity Jones
Hablar de Lush es hablar de dos talentos femeninos de la composición musical en clave pop; es hablar de grandes melodías e imponentes guitarrazos; de canciones etéreas y de pildorazos shoegaze directos y efectivos; también de grandes directos y de tragedia.
Su punto más alto desde su formación es fácilmente reconocible: “Lovelife” (4AD, 96) fue un excelente conjunto de canciones maravillosamente accesibles y coloristas. Pero antes habían pasado muchos años de trabajo, pequeños fracasos, frustraciones y sobre todo estimulantes composiciones.
El origen del grupo data de 1988 cuando Chris Acland (batería), su novia de entonces Miki Berenyi (voz, guitarra) y la amiga de ésta Emma Anderson (voz, guitarra) deciden formar, no sin antes reclutar al bajista Steve Rippon, una banda llamada Lush, que rápidamente ficharía por el prestigioso sello 4AD y que al año siguiente grababa su primer material: “Scar”, un mini-LP con seis canciones, un caudal impetuoso de pop juvenil y directo. En el 90 sale a la luz “Gala”, recopilatorio del mini anterior y de otros EP’s, formato éste en el que Lush siempre han nadado muy a gusto. Su primer álbum grabado como tal (“Spooky”, 92) fue producido por Robin Guthrie, y estuvo definido por la densidad y el intimismo, por sus atmósferas brumosas y su férreo muro de guitarras cortesía, sin duda, del ‘cocteautwin’ que dirigió su grabación y con el que, tras los dudosos resultados del disco, no volverían a trabajar.
Estas coordenadas de turbulencia emocional y linealidad de planteamientos iban a dar un pequeño vuelco con “Split” (94), el álbum en el que el grupo puso todas sus esperanzas de éxito y que al final supuso una relativa decepción en cuanto a ventas. Con Phil King como nuevo bajista, Lush empezaban ya a jugar con melodías perfectas además de conjuntar un contundente sonido con sus hipnóticos ambientes, pero a pesar de contener algún single que llegó alto en las listas (ahí quedó el espléndido hit “Hypocrite”) el grupo tuvo un bajón anímico por la reducida repercusión alcanzada.
Pero nuestras dos chicas no se quedaron de brazos cruzados y de pusieron a trabajar de nuevo en las arduas tareas de composición, y a la tercera iban a dar en el clavo. Como preludio a “Lovelife”, nada mejor que preparar el terreno con dos espeluznantes descargas de pop eufórico y radiante: “Single Girl” y “Ladykillers” y sus melodías de alta escuela apasionaron de manera mayúscula a sus seguidores y a aquellos que habían perdido la fe en Lush. Tras semejante artillería, el álbum confirmó con creces las expectativas: temas inmediatos y exuberantes como “500”, “Heavenly Nobodies” o “The Childcatcher”, el magistral dueto que se marcan con Jarvis Cocker en “Ciao” y las reminiscencias de su sensible pasado en “Papasan” y “Last Night”, entre otros arrolladores argumentos, encandilaron a un gran público que además disfrutaba de lo lindo en los conciertos de una banda extendidamente confirmada en este aspecto como una de las mejores del pop británico (aquí pudimos comprobarlo en el FIB’96).
Y cuando todo alcanza el punto más bonito, más esperanzador y más disfrutable de Lush, llega el desastre: el batería y miembro fundador del grupo, Chris Acland, se suicida en octubre de aquel año ahorcándose. Según dicen, nadie lo esperaba y las causas, como suele suceder en estos casos, se las llevó con él, aunque se habló de depresión, de problemas de amores, de la poca repercusión de una gira del grupo por los USA.
Lo cierto es que aquí empezó el mutis -lógico- de una banda más que brillante. Habían sacado discos en 1992, 1994 y 1996. Tocaba otro en 1998, pero en lugar de eso la banda decide separarse. Miki Berenyi, destrozada por la muerte de Acland, desaparece de la escena musical. Emma Anderson forma el grupo Sing-Sing, con los que grabó dos álbumes y cuya aventura duraría hasta este 2008. El dreampop se quedaba sin uno de sus estandartes con la póstuma publicación del correspondiente "Best of Lush" en 2001... x Crackity Jones
"Hypocrite"
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