"A dos metros bajo tierra" Tocinillo de cine (10)

29/12/08

- Why do people have to die?
- To make life important.
("Knock Knock", capítulo 13 de la 1ª temporada)



Hay muchas series, y todos hemos visto unas cuantas, total o parcialmente. Seguramente muchas nos habrán impactado con guiones originales, sorpresas visuales, hechos sorprendentes por increíbles,
personajes fascinantes por extremados, y demás trucos televisivos para enganchar al telespectador.

Esto, es otra cosa. A lo largo de casi dos años he estado viendo “A dos metros bajo tierra” (“Six Feet Under”, creada por Alan Ball, guionista de “American Beauty”), un tiempo y una fiel dedicación que no ha evitado que al final triunfe la idea que siempre tuve desde el principio de que esta obra es un milagro en sí misma. Y digo milagro porque el hecho de componerse nada menos que de sesenta y tres capítulos hablando de una familia, -pero no de mafiosos, multimillonarios o presidentes, sino de una familia "normal"-, y mantener el interés, e incluso elevándolo conforme avanzaba la historia, es una tarea de talentos en estado de gracia. Eso sí, he puesto familia normal entre comillas, claro, porque los ingredientes que la hacen funcionar es aderezar esa normalidad con sucesos siempre interesantes pero muchas veces insólitos, pero cuyos efectos especiales sólo tienen que ver con el corazón, con los sentimientos y sobre todo con la vida y la muerte.

Meterse a fondo en el universo de “A dos metros bajo tierra” requiere arremangarse emocionalmente hasta un grado profundo. Te involucras. Y la primera consecuencia que noto, después de tantas y tantas horas compartiendo tantas cosas con unos personajes de ficción tan reales, es que indefectiblemente toda esta historia puede llegar a cambiar una pequeña parte de ti. Puede que sea la visión de la familia, de las diferentes clases de personas que te encuentras, de la amistad, de las relaciones con amor y sin él, de la soledad, del arte, del desamor, de la homosexualidad, del desencuentro de los padres con sus hijos, de lo que sea. Pero su visión atrevida, a veces irreverente, muchas veces transgresora y siempre inteligente y cercana, pueden dejar mucha huella. Es como condensar en poco tiempo todas las vallas y obstáculos que nos podemos encontrar en la carrera de la vida, y darles una visión intensa y clarividente.

La familia Fisher tiene una funeraria. Y allí pasan muchas cosas. A veces muy raras, tanto que a veces piensas que esta familia –y el resto de personajes, algunos
memorables- no representa a la realidad, pero con el tiempo te das cuenta de que es todo lo contrario, de que por muy diferentes que seamos según clases sociales, países, razas y religiones, en el fondo todos tenemos las mismas inquietudes, miedos, deseos y sueños.

A dos metros bajo tierra” es un baño de realidad, una invitación a pensar en la muerte, pero sobre todo en la vida, y en cómo hay que aprovechar cada minuto de ella exprimiéndolo como si fuera el último. De momento, tan sólo unos momentos después de haber concluido esta relación de casi dos años con la serie, mis minutos se debaten entre el pensamiento de la fortuna que he tenido de ser espectador de esta obra maestra, y el de la tristeza por haber llegado al final de su trayecto. La echaré mucho de menos, pero como a las cosas buenas que me han hecho sentirme mejor en la vida, siempre la recordaré. Mi pantalla de la televisión va a estar de luto por los Fisher una temporada... x Fernando SoYoung

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