"Tonight: Franz Ferdinand" El Disconflicto

5/2/09

En este juicio me ha tocado el papel de abogado defensor de una banda de la que nunca me sentí admirador, sino observador. Sé que posiblemente este punto de partida restará fuerza a mi declaración, pero no puedo revelarme ante el juramento con un ramalazo sensacionalista. Su tercer disco consigue aglutinar de salida todos los aditivos que sus admiradores del gremio de la pista de baile les añadían en las remezclas: escuchen “Can’t Stop Feeling” y “Lucid Dreams”. Tiene el pulso del rock ácido bailable en contraprestación y, a su favor, han dejado por el camino los ritmos histéricos y las descargas de guitarras hiperhooligans. Disfrutan creando estribillos pegadizos y repetitivos, mientras se contonean con los bajos vacilones del funk. Un postulado sonoro que intentaron, sin llegar al orgasmo, INXS y Talking Heads en los ochenta. Y como observador, me veo en la obligación de admitir que disfruto más cuando se alejan de su sello de identidad: “Send Him Away” y “Dream Again”, dejándonos ver que otro mundo alejado de la eterna adolescencia es posible. x Simón Zico



Mira que me cae bien Alex Kapranos, mira que aluciné como pocas veces en Benicássim con su concierto, y mira que tenía buena predisposición ante su nuevo álbum después de –nada menos- cuatro años. Pero, como ha pasado tantas y tantas veces en el mundo del pop (así, a vuela pluma, recuerdo a The Stone Roses o New Order) muchos años de espera no equivalen a que los grupos hayan depurado hasta la saciedad lo mejor de sí mismos para entregar un trabajo memorable. No. Más bien al contrario, parece que se hayan abandonado a la buena vida y la pereza artística que ello conlleva. Quizá por eso “Tonight: Franz Ferdinand” suena tan contundentemente vacío, con sólo un par de detalles que recuerdan lo buenos que fueron en su día estos escoceses. En la mayor parte del disco da la impresión de que se han dedicado a autoimitar el estilo de canción que les hizo grandes hace unos años, pero con poca suerte. Hay discos muy buenos sin hits, pero éste no es uno de ellos porque los minutos pasan y pasan mientras esperamos algo que nos remueva por dentro. Y lo que remueve son las ganas de cambiar a otro disco. x Matías Galli

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