18/6/09
En "Déjame entrar", ("Låt den rätte komma in" en su idioma natal sueco) se respira frío durante toda la película. Se podría decir que es una cinta de terror romántico. En realidad, aunque se encuadre del cine fantástico y de terror, no da ningún miedo. Más bien enternece. Un vampiro encarnado en niña de doce años, torturada por lo que le ha tocado vivir. No hay ajos ni crucifijos, aunque sí imposibilidad de afrontar un mínimo rayo de luz. Por eso estamos inmersos en un film sombrío, que te engulle en su atmósfera inquietante -más aún si se ve en versión original con un idioma que suena a extraterrestre-. Dos niños solitarios. Oskar, un niño tan blanco y tan rubio que casi deslumbra a la vista -en contraposición a la oscuridad vampírica-, es apocado y no tiene amigos. Le putean en el colegio una y otra vez. Entonces conoce a Eli, la niña con ojeras que, bajo cero, va casi en manga corta, y la deja entrar en su vida. Se hacen amigos, y la conexión va aumentando. Y aún cuando conoce la verdad, los sentimientos de Oskar superan al horror de ver la sangre en los labios de Eli provocando la muerte a través de cuellos ajenos. La sutileza de esta película es total, y la delicada ambientación es tan gélida que dan ganas de taparse aún en junio. Es diferente, atrapa y se hace corta. Tres circunstancias que definen muchas veces el buen cine. x Boletus
1 comentario
Muuuuuuuuuuy buena.
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