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22/2/11
Tengo ganas de fiesta / De que acabe el invierno / De volver a nadar en el mar / De soñar el verano en el que fuimos novios / Y poderle cambiar el final (Family, "El bello verano")
Cuánta incredulidad, cuánta incomprensión por mi parte siempre que he oído eso de que la novia de alguien se había ido con su mejor amigo. Me parecía una broma, un suceso improbable como el impacto de un gran meteorito. Mona, Mac y yo estábamos tan unidos desde tan pequeños, que parecía que toda nuestra interrelación estaba definida para siempre como una Carta Magna inamovible.
Pero nada es completamente inamovible. Nuestra fuerte unión surgió de los veranos infantiles en la playa, aunque luego en la ciudad era como si entráramos en otro mundo en el que no existíamos los unos para los otros. Preferíamos esperar al
siguiente junio para volver a ilusionarnos de volver a vernos, que dispersar nuestra unión en una gris amistad urbanizada. Y al final del decimocuarto verano, Mona y yo decidimos que nos queríamos un paso por encima de la simple amistad. Ignoro el motivo por el que me prefirió a Mac, pero esta distinción pudo influir en que al año siguiente nuestro amigo no compartiera nuestras vacaciones con la excusa de asistir como monitor a un campamento infantil.
Eso nos unió aún más a Mona y a mí, que estuvimos todo el período estival pegados como lapas, al sol y en las sombras, en la arena y con las bicicletas, bebiendo y riendo como nunca antes y nunca después.
Al año siguiente, Mona y yo nos despegamos un poco para dejarle hueco a Mac y todo volvió a ser como antes, los tres unidos como si fuéramos trillizos cosidos por el costado, e incluso en la ciudad empezamos a quedar algunos fines de semana. Pero empezó a incomodarme la confianza devuelta de Mona a Mac, aunque en realidad fuera la misma que había habido siempre…
Mañana termina otro verano más, aunque éste ha sido distinto. Mona se ha alejado un poco más de mí, y se ha acercado tanto a Mac que hasta me ha entrado miedo de perderla. Han estado mucho tiempo juntos en el sol y en las sombras, en la arena y los bares, hasta cuando yo hacía surf aprovechaban para bañarse juntos. No quiero creer que me vaya a dejar, como no creo que nos vaya a impactar un gran meteorito. x Hugo Sogas
Cuánta incredulidad, cuánta incomprensión por mi parte siempre que he oído eso de que la novia de alguien se había ido con su mejor amigo. Me parecía una broma, un suceso improbable como el impacto de un gran meteorito. Mona, Mac y yo estábamos tan unidos desde tan pequeños, que parecía que toda nuestra interrelación estaba definida para siempre como una Carta Magna inamovible.
Pero nada es completamente inamovible. Nuestra fuerte unión surgió de los veranos infantiles en la playa, aunque luego en la ciudad era como si entráramos en otro mundo en el que no existíamos los unos para los otros. Preferíamos esperar al
siguiente junio para volver a ilusionarnos de volver a vernos, que dispersar nuestra unión en una gris amistad urbanizada. Y al final del decimocuarto verano, Mona y yo decidimos que nos queríamos un paso por encima de la simple amistad. Ignoro el motivo por el que me prefirió a Mac, pero esta distinción pudo influir en que al año siguiente nuestro amigo no compartiera nuestras vacaciones con la excusa de asistir como monitor a un campamento infantil.Eso nos unió aún más a Mona y a mí, que estuvimos todo el período estival pegados como lapas, al sol y en las sombras, en la arena y con las bicicletas, bebiendo y riendo como nunca antes y nunca después.
Al año siguiente, Mona y yo nos despegamos un poco para dejarle hueco a Mac y todo volvió a ser como antes, los tres unidos como si fuéramos trillizos cosidos por el costado, e incluso en la ciudad empezamos a quedar algunos fines de semana. Pero empezó a incomodarme la confianza devuelta de Mona a Mac, aunque en realidad fuera la misma que había habido siempre…
Mañana termina otro verano más, aunque éste ha sido distinto. Mona se ha alejado un poco más de mí, y se ha acercado tanto a Mac que hasta me ha entrado miedo de perderla. Han estado mucho tiempo juntos en el sol y en las sombras, en la arena y los bares, hasta cuando yo hacía surf aprovechaban para bañarse juntos. No quiero creer que me vaya a dejar, como no creo que nos vaya a impactar un gran meteorito. x Hugo Sogas
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