Los Disparates del Premio Goya

14/2/14

El joven Amenábar, cineasta que ahora puede estar años sin rodar entre uno y otro proyecto, que puede trabajar con los mejores medios, con los actores que escoge, con un mecanismo de producción del que sólo unos pocos pueden aprovecharse, realizó, hace muchos años, su película "Tesis", que muy pocos vieron en su estreno. Gracias al mecanismo de autopromoción del cine español, los premios Goya, pudo ver su película reestrenada, admirada, disfrutada por muchos espectadores; pudo pensar en una segunda película hecha en mejores condiciones.

Rápidamente me viene a la mente Achero Mañas y "El bola", que triunfó gracias al premio de Don Paco. Posiblemente Agustí Villaronga podrá, o no podrá, realizar una película tras "Pan negro"; tendrá alguna mayor oportunidad gracias a los premios Goya. Fernando Franco decidió dar el salto a la dirección y lo ha logrado, con muchos esfuerzos y colaboradores (empezando por el maravilloso trabajo de Marian Álvarez), con "La herida". Ambos, premiados en los Goya, pueden tener una mejor oportunidad para volver a rodar.

David Trueba, empeñado en un cine baratísimo en "Madrid, 1987", ha continuado su trabajo con "Vivir es fácil con los ojos cerrados", a la que debería seguir una tercera película, en una especie de trilogía, que tendrá una mayor opción gracias al reestreno de su película premiada, que así será vista por una mayor parte del público.

Quizá Gaizka Urresti, con su premio Goya, tenga una mejor opción para realizar el largometraje que desea y por el que está luchando. Con el cabezón Goya, tiene un pequeño empujón.

Los cines españoles están en manos de las grandes distribuidoras, de las multinacionales que han invadido la inmensa mayoría de sus pantallas, en un sistema que no parece cuestionarse, el de ese "mercado libre", con una expresión que me recuerda a la neolengua de Orwell.

Otros, como Rodrigo Sorogoyen ("Stockholm") o "Todos queremos lo mejor para ella" (Mar Coll), a pesar de candidaturas para sus actrices en los premios Goya, no consiguen llegar, apenas, más allá de un puñado de salas. El cine español parece perseguido, proscrito. Se defenderá en una atalaya, con los mínimos medios, con algunos cineastas jóvenes que tirarán la toalla, pero con otros que se empeñarán en hacerlo del modo que sea, escribiendo guiones, ayudando a otros colegas en mejor situación que ellos para que levanten su película, etc...

La industria del cine en España está como está. El cine español es de cristal, decía Borau. Siempre lo ha sido. Hay que cuidarlo, mirando quizá con el rabillo del ojo a la industria cinematográfica más sana en Europa, la francesa. El ministro del ramo en España, como es lógico, debería poner todo de su parte para generar empleo en el sector, a técnicos, a actores, a los que distribuyen el cine, a los que exhiben el cine en España. En lugar de ello, parece embarcado en una cruzada contra un fantasma.

Estos son los Disparates del premio Goya. x Sergio Casado

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