“Solo los amantes sobreviven” (Jim Jarmusch, 2013) Películas proscritas (1)

22/6/14

Jim Jarmusch es un veterano del cine, pero su ya larga carrera no se traduce en una financiación sencilla para sus películas. "Solo los amantes sobreviven" es una de esas películas que pasan por la cartelera de los estrenos sigilosamente; solo unos pocos se fijan en ellas. Es una película de vampiros sin acción, sobre Adam & Eve, aislados, apartados, escondidos en Detroit y Tánger. Es una película cocida durante años porque para el cine proscrito es difícil salir a la luz. El cine proscrito está hecho a veces con poco dinero, o ni siquiera llega a hacerse y queda en un guion sin rodar, o es malamente distribuido o exhibido, o el público simplemente le da la espalda, o lo ignora, o la crítica lo condena en su primera aparición festivalera. El proscrito es un desterrado, un perseguido por la ley. Hay películas, a veces, de las que se ignora su existencia. Si no se ven, es como si no existieran. Pero existen, escondidas.

Ese cine, muchas veces, invita, sugiere: aquí es un sueño con guiños a Mark Twain, Christopher Marlowe, los vinilos, los batines antiquísimos, el Detroit destruido, el Tánger desconocido, el misterio sobre Shakespeare, los instrumentos musicales más extraños y únicos, el placer de abrir un viejo libro olvidado y sumergirse en él. Son balones que Jarmusch nos lanza, invitándonos a rematar. En esta historia el hastío y el humor no están tan lejanos. "Solo los amantes sobreviven" es una película impredecible, imprevisible, que se sumerge en el caos, en el absurdo de esos zombis que somos los seres humanos, cuando no leemos, cuando no escuchamos música, cuando no buscamos cosas bellas, o no nos empeñamos en dejar de ser zombis.

La insistencia de Jarmusch en rodarla es un reflejo de ese empeño; las dificultades para encontrar financiación, que puede venir de los lugares más extraños, inauditos, es una lucha para que una película que pudiera no existir, exista, aunque sea proscrita, aunque pocos la vean. Pero el cineasta la saca adelante con la colaboración de su amiga Tilda Swinton, una de esas actrices que recoge a los que crean ese cine desterrado y les ayuda en su choza, con su trabajo, con su presencia.

Más acción, más acción”, le pedían los productores; Jarmusch decidió hacer lo contrario antes las peticiones: retirar la acción, los clichés, dejando a su película ser única, distinta. Sería libre o no sería. x Sergio Casado

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